martes, 2 de noviembre de 2010

29. Harry Mark Christopher Judd. Quítame el culo de encima inmediatamente

-¿Caras de limón? Dios, a veces no se de donde te sacas las palabras, Daniel –dijo Alma.
-Buah, pues tengo más. ¿Sabéis que Amanda me ha enseñado una canción que se llama “El Polvorete”? –Dijo Danny.
Alma empezó a descojonarse de una manera tan escandalosa que nos dio miedo.
-ME MEOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO.
La miramos, mientras Amanda y Danny se echaban a reír también.
-¿Nos explicáis el chiste y así nos reímos todos? –Dijo Tom.
Tardaron un poco en poder contestar, ya que las carcajadas se lo impedían.
Finalmente, pararon un poco.
-A ver… En español, “El Polvorete” es una palabra muy parecida a polvo –dijo Amanda. Pues bien… El Polvorete es el título de una canción muy…Canaria…
Sacó su móvil y puso la canción.
Era pegadiza. Mientras sonaba, Danny y yo bailábamos y los demás se reían.
-Tengo otra, esperad. Se llama mojo picón –dijo Amanda.
Danny y yo seguimos bailando y riéndonos. Al final nos aprendimos la canción. Finalmente, me senté sobre las piernas de Dougie. Se había encendido un cigarro y se lo estaba fumando, tranquilamente.
-Tío, apaga eso –dijo Danny. –No es bueno para Amy.
¿Lo va a contar ya o tendré que sacárselo con técnicas de tortura chinas?
-¿Por qué? –Preguntó Dougie.
Bravisimo, cariño! Ahora contestará quiera o no quiera. Ainss si es que eres más monoooo.
-Porque si queremos que el pequeño Danny Junior nazca sano y guapo, como su padre, tenemos que llevar cuidado con Amanda –dijo el chico.
-Oh, venga ya. ¿Eso es cierto? –Preguntó Dougie.
-Lo de que vamos a ser papis si, lo de que el niño O NIÑA se va a llamar o Danny Junior o alguna gilipollez de ese calibre, no –dijo Amanda.
-Graciosa ¬¬ -dijo Dan.
Amanda se rió y Danny se puso detrás de ella, apoyando la barbilla en el hombro de su novia y cerrando los brazos entorno a su cintura.
-Buenooooo, pues esto hay que celebrarlo –dijo Alma. –Os invito a comer a mi casa.
¿Nos invitas o invitas a Tom, maja? Porque las miraditas… Ains… Pobre Tom. Si supiera que Alma ha dejado a su chico por él…
De repente mi móvil comenzó a sonar.
Mis ojos se dirigieron a Tom nada más mirar la pantalla. Gracias a Dios, él no se dio cuenta.
Me levanté precipitadamente del regazo de Dougie y descolgué el teléfono.
(Teléfono)
Xx: ¿Ashley? ¿Eres tú?
Ash: El teléfono al que llama está descolgado, por lo que, lo más probable es que la persona que lo ha cogido sea Ashley Stevenson, pero usted a su rollo.
Xx: Ja, ja, ja… Me parto y me troncho.
Ash: ¿Puedo saber quien osa llamarme mientras estoy sentada sobre las piernas de mi novio?
Xx: Venga ya, Ash. Soy yo. Gio.
Ash: Giooooooooooooooooooooooooovannaaaaaa Falconeeeee!!! Dios mío!! No puedo creer que seas tú. Soy súper mega fan. ¿Me firmas un autógrafo telefónico?
Gio: ¬¬ Indiota (NOTAAAA: SE QUE ESTÁ MAL ESCRITO, ES A PROPOSITO) Anda, tontina. La nueva actriz de Reino Unido eres tú. Yo soy la actriz de París.
Ash: Jajajajajaja no te lo crees ni tú. París tiene demasiado glamour para ti
Gio: Serás putón
Ash: Habló. La que se digna a llamar un año después. Que fuerte me parece. Te llamé hace unos meses, hace medio año y ayer. La de ayer era por algo importante que tenía que contarte, pero como veo que no te importa…
Gio: Oh, venga ya. Sabes que he estado muy ocupada. Peeeero, ahora estoy libre, así que, cuenta.
Ash: Ahora no quiero T_T
Gio: Ash ¬¬
Ash: Gio J
Gio: ¿Qué tengo que hacer para que me lo cuentes?
Me lo pensé unos segundos.
Ash: Suplica, Giovanna Falcone. Suplica hasta que te sangren las encías.
Gio: T_T No eres más tonta porque no naciste en la familia de Danny, que si no…
Ash: Tsss No te metas con Danny. Que es muy maduro.
Gio: ¿Ves lo que digo? Tonta de remate.
Ash: ¬¬ No empecemos.
Gio: Bueno ¿Por dónde íbamos?
Ash: Por la parte en la que tú suplicas a una servidora para que te cuente la noticia importantísima que tiene que contarte.
Gio: U_u VAAALEE. Ashley, me pongo de rodillas por teléfono y te ruego, que digo ruego, te pido con cada célula de mi cuerpo que me cuentes esa noticia tan buena.
Ash: ^^ Así mejor. Bueno, agárrate bien.
Gio: Espera.
Se movió por la habitación y oí como se arrastraba una silla.
Gio: Ya estoy xD
Ash: Vale, ahí va. ¿Preparada?
Gio: Pero que cansina eres, maja xD
Ash: Oye que encima que le doy dramatismo a la cosa U.u
Gio: Ashley!
Ash: Valee!! ME VOY A CASAR CON DOUGIE.
No escuché nada. Tic tac tic tac… 2 minutos
Pues menos mal que no andamos ninguna de las dos escasas de dinero, porque la llamada nos va a salir por un pico.
Ash: Tierra llamando a Giovanna Falcone. ¿Te has colado por el váter? xD
Gio: No, giliflautas xD Vaya, me alegro muchísimo por vosotros J
Ash: ¿Segura?
Gio: ¿Estás de coña? He vivido vuestra historia como si fuera una telenovela. Cuando lo dejasteis unos meses, cuando lo volvisteis a dejar, cuando decidisteis volver, pero viviendo separados, cuando os fuisteis a California de viaje,… Todo lo he vivido con vosotros. Desde la distancia, si, pero bueno.
Sonreí.
Ash: Gio… Había pensado en que vinieras y…bueno ya sabes… Selene y tu fuerais las madrinas… A ver, me ha costado, aún no sé ni como se lo voy a contar a Alma y a Amanda, pero…no se… Quería que tu fueras mi madrina J
Gio: Ohhhhh claro que lo seré, cielín. Me alegra que pensaras en mí J
Ash: Siempre lo hago J
Silencio.
Gio: Cuando sepas la fecha dimelo para sacar los billetes J
Ash: Vale, cariño.
Gio: Una pregunta. ¿Tom y… Alma están… ya sabes… saliendo?
Ash:… La verdad es que si no lo están les falta poco… ¿Por qué?
Gio: Nada, por nada. Bueno, hablamos otro día. Te quierooooooo.
Ash: Vale, cochinota matadora de Willis J Te quiero mucho.
Gio: *^^*
Colgó.
Volví a donde estaban los chicos y sonreí.
Después, nos fuimos a casa de Alma.
Entramos y Danny se tiró en el sofá. Tom y yo le cogimos de las piernas y le tiramos al suelo. Nos sentamos nosotros dos, ocupando todo el espacio hasta que Harry se tiró encima de nosotros, con la cabeza apoyada en mis piernas y el resto del cuerpo en la parte de Tom.
-Harry Mark Christopher Judd. Quítame el culo de encima inmediatamente –dijo Tom.
-Ahora viene lo mejor –Harry puso cara de esfuerzo.
-NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO EVACUACIÓN, PELIGRO INMINENTE DE GASES TÓXICOS!! SOCORROOOOOOOOOOOOOO –Tom se levantó y se puso a correr por todo el salón. Salió de la estancia y se dirigió a la cocina, donde Alma estaba cocinando.

*Cocina*
Tom irrumpió por la puerta y cerró. Cogió a Alma por la cintura y la empujo debajo de una mesa.
-¿Qué coño haces? –Preguntó la chica.
-Cuidado, pueden haber desprendimientos a causa de la honda expansiva –dijo el cantante.
Amanda puso cara de Wtf?, pero se rió.
-Thomas, Thomas, Thomas… Eres como un niño pequeño –dijo, acariciándole el pelo.
Ese irresistible pelo echado hacia arriba que se había puesto últimamente.
Tom clavó sus ojos marrones en los verdes de Alma y soltó el aire que había contenido de golpe. Alma disfrutó de la sensación que provocaba el aliento de Tom contra su cara.
El chico puso su mano tras la oreja de Alma y se sentó en el suelo para estar más cómodo.
-Sabes… que sigo… sintiendo todo lo que te dije hace dos meses… Yo… No sé… Me siento…
Alma asintió.
-Tom soy una idiota.
-No eres idiota, Alma. Es normal que… conocieras a otras personas… El único idiota aquí soy yo… Perdí a la chica más maravillosa del mundo porque no me atreví a decirle lo que sentía –dijo Tom.
Alma sintió que se derretía por dentro. Cada una de las palabras que había dicho Tom la incitaban a besar esos labios tan provocadores.
-Pero… No se… No fue tu culpa. Yo… El caso es que me he dado cuanta de que eres la única persona con la que quiero tener algo… serio –dijo Alma.
Tom sonrió, y al hacerlo, su hoyuelo se marcó.
-¿Sabes cuantos millones de chicas mueren al minuto por ver ese irresistible hoyuelo? Pues imaginate como estoy yo, que puedo tocarlo –dijo la chica.
La mano de Tom atrajo a Alma hacia su cuerpo y ella no se resistió.
-Te quiero muchísimo –dijo Tom.
Alma sonrió.
-Yo también.
Tom se acercó lentamente y la besó.

De repente, entré en la cocina y les vi, debajo de la mesa, besándose como si fueran unos adolescentes escondiéndose de sus padres.
-Dios, lo siento mucho –dije, volviendo sobre mis pasos.
-No, no lo sientas. Solo…Nos besábamos por primera vez y nos decíamos que nos queríamos mutuamente…También por primera vez –dijo Alma, mirándome en plan ¬¬ y saliendo de debajo de la mesa.
Tom la miró y salió de su “Refugio antigases”.
Sonreí cuando él la agarró por la cintura y la besó.
Miré hacia todos los rincones de la cocina mientras ellos compartían babas y silbé.
-Lalalalalala sigo aquí –dije, entre toses.
Nada, que no se separaban.
Situaciones desesperadas requieren medidas desesperadas.
Cogí una de esas bolsas de papel que se usaban para trasportar la compra, la llené de aire y la exploté.
Se separaron como si les hubieran clavado algo en el culo.
-Danny dice que os deis prisa. Esta que muerde por el hambre –dije.
Salí de la cocina, no sin antes echar un vistazo por encima del hombro y observar que les daba igual lo que Danny quisiera. Ese momento era solo suyo.

lunes, 1 de noviembre de 2010

28. Cariñoso, amable, sensato, gilipollas....

Finalmente, Harry y Selene nos obligaron a cenar.
No teníamos ni ganas, ni hambre, pero Harry nos dijo que nos enseñaría algo al terminar y no pudimos aguantarnos.
Harry era un gran cocinero. Nos hizo los espaguetis a la boloñesa más ricos que habíamos probado jamás. Cuando ves por primera vez a Harry te da la impresión de que es una réplica de Terminator que viene a destrozar el mundo con sus baquetas. Pero luego, cuando le conoces, ves que es cariñoso, amable, sensato, gilipollas… (Siempre en el buen sentido)
Terminamos de cenar y Harry nos llevó a todos a su habitación.
Se sentó a la batería y comenzó a tocar. Era un ritmo muy pegadizo. Había una parte a la que, claramente, Harry había dedicado más tiempo.
Terminó de tocar y le aplaudimos.
-Tom me pidió que sacara un ritmo para la canción nueva. Llevo desde que llegamos tocando.
Le felicitamos y después, nos marchamos.
Pasaron los meses, y cada vez, mi madre y la madre de Dougie estaban más nerviosas. Aún no habíamos pensado ni en pedir la fecha, ya que yo estaba en medio de un rodaje y Dougie estaba inmerso en la grabación del nuevo disco.
Las pocas tardes que teníamos libres y coincidíamos, Harry sacaba la Wii y nos dividía en dos equipos: McFly y McNovias.
Amanda y yo éramos muy competitivas, demasiado, quizás. Siempre pedíamos la revancha cuando nos ganaban y al final, acabábamos agotadas en el suelo.
En esos momentos era cuando Danny y Dougie ejercían de novios y se dejaban ganar.
Harry y Tom, que también eran competitivos, discutían con ellos, pero nos dejaban ganar.
Lo pasábamos muy bien, hasta que Amanda dejó de competir tanto como antes.
Danny y ella llevaban varios días raros. No hablaban mucho y parecían un poco distantes el uno con el otro.
Cuando alguno de nosotros se atrevía a preguntarles que que les pasaba, ellos desviaban la mirada y decían a la vez: Nada.
Aquella mañana, íbamos todos paseando por el centro de Londres. Era 1 de Agosto y hacía bastante calor. Tom y yo fuimos a comprar batidos y cuando volvimos, Amanda y Danny no estaban.
-¿Dónde se han ido? –Preguntó Tom.
Alma cogió el batido que el chico le estaba ofreciendo y se quedó mirándole a la cara, como cuando yo miraba a Dougie.
Tom lo notó y se puso nervioso.
Su relación de amistad no había cambiado nada desde el día en el que Tom se declaró. Ahora, Alma lo había dejado con su novio, pero eso Tom no lo sabía. Tampoco sabía que Alma había dejado al chico por Tom.
Alma me prometió que se lo diría.
-Amanda no se encontraba muy bien y han ido a un bar, a comprar una botella de agua –dijo Dougie, dando un sorbo a su batido de chocolate.
El mío era de vainilla. Me encantaba la vainilla.
-¿Creéis que les pasa algo grave? No sé… Llevan un mes muy raritos el uno con el otro. Es como si hubiera pasado algo que les hubiera jodido la relación que tenían –dijo Selene.
-No creo… Amanda nos lo hubiera contado. Somos sus amigas –dijo Alma.
-Y Danny a nosotros. Somos sus mejores amigos –dijo Harry.
A lo lejos, les vi. Amanda caminaba, mirando a Danny y él la cogía por los hombros, como si fuera a caerse en cualquier momento.
-¿Y si está enferma? –Dije de repente.
-¿Qué? ¿De dónde te has sacado eso, cielo? –Preguntó Dougie.
Me encogí de hombros.
-Piénsalo. No bebe alcohol, Danny ya no fuma nunca delante de ella, la trata como si fuera de cristal y se pudiera romper… Acordaos del otro día, cuando fuimos a pasear al muelle. La llevaba agarrada por los hombros, para que no se cayera…No se… a mi me huele a chamusquina –dije.
-La verdad es que tienes mucha razón… La trata como si estuviera em…barazada –susurró Tom.
Todos nos quedamos en silencio.
No puede ser… ¿Embarazada? No. No. Danny lleva mucho cuidado con ese tema…
Les miré de nuevo. Estaban un poco más cerca que antes, pero al paso que iban, supuse que tardarían algo más en llegar. Danny la estaba dando un beso en la mejilla, cariñosamente, y ella sonreía.
-Miradles. Ahora si están cariñosos –dijo Harry.
Todos dirigieron la mirada hacia ellos.
-Supongamos que la teoría de Tom es cierta… ¿Qué creéis que van ha hacer? –Preguntó Alma.
Nos encogimos de hombros.
-No se que decir. Danny es como un niño pequeño… En realidad, ambos son como niños pequeños… No sé, quizás no lo tengan –dijo Dougie.
-Pues claro que lo van a tener. Es su hijo –exclamé. -¿Qué pasa? ¿Si yo estuviera embarazada pensarías en que abortara? ¿Matarías a tu propio hijo, Douglas?
-Estamos hablando hipotéticamente, chicos… -susurró Tom.
-¿Acaso estás embarazada? –Preguntó Dougie, sorprendido.
-No, no lo estoy. Créeme, Dougie, si lo estuviera ya te habrías enterado. Me refiero a que Danny puede ser muy niño, pero no sería capaz de matar a ese pobre niño que no tiene la culpa de que ellos dos tuvieran un pequeño olvido.
-Ya, Ash, pero si tuvieran a ese niño, Danny tendría que renunciar a ir de gira, a estar fuera de casa y, por extensión, tendría que renunciar a McFly –dijo Harry.
Eso es verdad… Un momento… Si Danny y Amanda tienen un hijo y Danny tiene que dejar la banda… ¿No pasará lo mismo cuando Dougie y yo nos casemos? ¿Voy a arrebatarle todo por lo que lleva 6 años trabajando?
Miré a Dougie. Tenía la vista clavada en el suelo, los hombros bajos y estaba recorriendo la abertura del vaso con las yemas de los dedos.
El comentario de Harry nos dejó a todos callados. Tenía mucha razón.
-Bueno, no penséis eso. Seguro que se soluciona todo –dijo Selene, abrazando a Harry.
Éste le pasó un brazo por debajo y la sentó sobre sus piernas.
Finalmente, Amanda y Danny llegaron a donde nosotros estábamos y sonrieron.
-¿A qué viene tanta felicidad? –Preguntó Tom.
-¿A qué vienen esas caras de limón? –Preguntó Danny.
El Danny serio y la Amanda seria habían desaparecido.

27. HARRYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYY

-Cielo. Cielo. La película ha terminado –pasé las manos por su pelo.
Abrió los ojos, atontado pero sonriente.
-He tenido sueños bonitos –dijo con voz de niño pequeño.
Le besé, dulcemente.
-¿Y que sueños son esos? –Pregunté.
-Habían conejitos de chocolate y bastones de caramelo con ojos… En fin, el sueño de todo hombre maduro –dijo, intentando incorporarse.
-Oh, no. Tú no te levantas de aquí –dije, colocándome sobre él.
Me miró, pícaramente y me mordió el labio. Le besé de nuevo, tal y como le gustaba. Pasando mi lengua por sus labios y luego, aprisionando su labio inferior con los dientes.
-Estás juguetona hoy, ¿verdad? –Dijo subiendo mi camiseta hacia arriba.
Yo no tenía mucho que quitarle, la verdad; solo llevaba calzoncillos.
Me quitó los vaqueros y pasó las manos por mi espalda.
Y entonces, fiel a la manía de interrumpirnos, alguien (y con alguien me refiero a Danny) llamó a la puerta.
Suspiré y me eché a reír.
-¿Por qué no hacemos como si no estuviéramos? –Dijo Dougie.
Me apretó más contra él y me besó.
De repente, oímos golpes en la ventana. Giramos la cabeza en esa dirección y allí estaba Danny. Y esta vez no venía con Amanda.
Iba con Fran, el hermanastro de Dougie.
-Oh, venga ya –gritó Doug. –Sois lo peor, joder.
Se levantó mientras yo me ponía la ropa. Abrió la puerta y los dos chicos entraron.
Fran pasó al salón, seguido de Dougie y Danny.
-Hola, guapetona –dijo Dan.
Se acercó a abrazarme y cuando lo estaba haciendo, le susurré al oído.
-Te juro que la próxima vez que nos interrumpas, dejo a Amanda sin hijos –dije.
Danny me miró, asustado, y después asintió, como cuando le dices a un niño “Eso no se come. Caca. Es del suelo. Caca, caca”
Este era un momento perfecto para que la vocecilla de mi cabeza me hablara y me dijera algo para conseguir cagar a Danny.
Pero dijo nada.
¿Dónde coño se ha metido?
-Bueno, no os quitaremos mucho tiempo –dijo Fran, tras darme dos besos.
Nos sentamos en el sofá y nos miraron.
-¿Tienes algo que contarme, hermanito mío?
Dougie miró a Danny y le dio un capón.
-¿Por qué coño eres tan bocazas?
-Tu familia tiene que saber que te vas a casar, so invécil –dijo Danny.
-Tenía la intención de ir a cenar a casa de mi madre para contárselo, giliflautas –dijo mi prometido.
Danny le miró y subió la cabeza, con orgullo.
-Bueno, pues ¿a qué esperas? Son casi las seis.
-Espero a que salgas de mi casa –dijo Dougie.
No pude evitar reírme, y los tres chicos me miraron.
-Sois tontos. Anda, Dougie. Vístete. Tenemos dos casas que visitar hoy.
-¿Cómo que dos? –Preguntó mi novio, desconcertado.
-Si. No esperarás que se lo digamos a tus padres y a los míos no –dije.
Dougie asintió.
-Si, soy tonto. No se por qué te vas a casar conmigo –dijo.
Le abracé.
-Andaaaa, corre.
Subió las escaleras y yo me dí la vuelta y miré a Danny.
-Ya sabes lo que te he dicho. A la próxima, adiós a tu segundo mejor amigo de la adolescencia –dije, señalando sus partes.
-Si, señor –dijo. Se levantó del sofá y Fran hizo lo mismo.
Se despidieron de mí y se marcharon.
Subí a ducharme y me vestí. Diez minutos después, Dougie y yo estábamos montados en su coche, rumbo a la casa de sus padres.
Cuando llegamos, bajamos del coche y me cogió de la mano.
Llamamos a la puerta.
-¡Dougie! Que sorpresa, cariño –Sam abrazó a su hijo.
-Hola, mamá.
-Ashley –Sam me abrazó a mí también y nos invitó a pasar.
Entramos al salón. Miriam estaba allí, con su novio, Alex.
-Hola, hermanito –exclamó Miriam, abrazándose a Doug.
-Quita, no agobies, enana –dijo Dougie.
Miriam le miró entrecerrando los ojos y después se dirigió a mí.
Me abrazó y sonreí.
-Hola, Dougie –dijo Alex. Se levantó para estrecharle la mano, pero Dougie me cogió por la cintura para no tener que tocarle.
Dougie odiaba a Alex. Desde que había dejado a Miriam hacía 3 meses por otra chica, le odiaba con todas sus fuerzas. Hacía dos semanas que habían vuelto.
Miriam estaba muy enamorada. Y al parecer el chico también, así que, Dougie no podía decir nada. Pero no le hacía gracia que estuvieran juntos.
-Hola, Ash –dijo el chico.
Sonreí y le saludé con la mano, ya que Dougie me tenía agarrada y no me soltaba.
-Mamá, queríamos hablar con vosotros. ¿Dónde está Josh? –Preguntó Doug.
El hombre apareció dos segundos después por las escaleras.
Nos sentamos todos en el sofá. Crucé las piernas, incómoda y mi novio agarró una de mis manos y la puso sobre su rodilla.
-Bueno, a ver… Uf… Ashley y yo hemos decidido dar un paso más en nuestra laarga relación y nos vamos a casar –dijo Doug.
Sam nos miró y exhibió una gran sonrisa. Josh, Miriam y Alex la imitaron.
-Dios mío, me alegro muchísimo, cariño –Sam abrazó a su hijo y sonrió.
-Madre mía, no me lo puedo creer. Voy a tener la mejor cuñada del mundo –dijo Miriam, abrazándonos a los dos.
-Venga ya. Vas a tener una cuñada, nada más –dije.
Miriam se rió.
-Pero esa cuñada es una persona a la que le gusta tanto meterse con Dougie como a mí.
Nos reímos mientras Dougie le revolvía el pelo a su hermanita.
-¿Qué ha dicho Danny? –Preguntó Sam.
Que lista es esta mujer, coño.
-Pues… No le ha hecho mucha gracia al principio, pero… Bueno… La verdad es que se ha alegrado –dijo Dougie.
Nos pasamos un rato más hablando con ellos y después nos fuimos a la casa de mis padres.
Abrí la puerta con las llaves que me habían dado y cruzamos el umbral.
-¿Hola? ¿Mamá? ¿Papá? –Avanzamos hasta la cocina.
-Hola, Ashley. Doug –mi padre chocó la mano con mi novio y mi madre nos dio dos besos a cada uno.
Les dijimos que se sentaran, que teníamos algo importante que decirles.
-Bueno, vosotros diréis.
Dios… Dios… Mi padre se va a poner como un loco y mi madre… No va a abrir la boca en 2 semanas.
-Nos vamos a casar –dije, del tirón.
Bingo!
La cara de mi padre comenzó a cambiar. Su sonrisa se extinguió y apretó los labios con rabia.
Mi madre en cambio, no abrió la boca. Se limitó a mirarme, nada más.
-¿Dónde tenéis la cabeza? Por Dios, Ash. ¡Tenéis 21 y 22 años! No sabéis nada de la vida.
-Papá… Somos mayorcitos como para saber lo que tenemos que hacer. Además, ¿qué más da que tengamos 23 o 40 años? El concepto de “matrimonio” no va a cambiar.
-Sois muy jóvenes –dijo, negando con la cabeza.
-Mamá y tú también erais muy jóvenes cuando me tuvisteis. Teníais 15 años. Yo tengo 21, papá. No soy tonta. Si me caso con Dougie es por que lo quiero y ya está.
Doug no había abierto la boca tampoco. Se limitaba a apretar mi mano de vez en cuando, dándome ánimos.
-Lo nuestro fue algo sin remedio, cariño. Nosotros no teníamos elección. O te teníamos o te dábamos en adopción. Y como comprenderás, no te íbamos a dejar en una casa de acogida.
-Papá, nosotros no estamos hablando de tener un hijo, y si lo fuéramos a tener, no pasaría nada. El niño estaría bien cuidado. Hablamos de casarnos. No es ningún crimen. Vosotros os casasteis cuando teníais 24 años. ¿Qué diferencia hay? En dos años no maduras.
-Tu madre y yo maduramos con 15 años, cielo. Cuando nos tuvimos que quedar en casa noche si y noche también para cuidarte.
-¡NADIE OS PIDIÓ QUE LO HICIERAIS! ¡Llevo toda mi puta vida haciendo lo que me dicen! No comas esto, engorda, no hagas eso, es malo, no te rías, es de mala educación… Ya basta. Tengo suficiente edad como para casarme y por que no, formar una familia. Y no me lo vais a impedir.
-Cariño… -empezó Dougie.
-Tendréis vuestra invitación, será cosa vuestra si vais o no –dicho esto, cogí mi móvil de encima de la mesa, me levanté y me fui.
Me apoyé contra el capó del coche. Unos segundos después, Dougie salió de la casa y se dirigió a mí.
Me abrazó y yo me agarré a él con todas mis fuerzas.
-Tranquila, cariño. Ya verás como al final lo entienden –susurró, pasando las manos por mi pelo.
Dibujé círculos con los dedos en su espalda. Finalmente, se separó de mí y me miró fijamente.
Puso un dedo debajo de mi barbilla y alzó mi cabeza.
-Te quiero –dijo, muy serio.
Le besé y enredó sus dedos en mi largo y castaño pelo.
Poco después, estábamos en el coche. Dougie se disponía a arrancar cuando tocaron a la ventanilla.
Vaya, vaya. Ahora pedirá disculpas.
-¿Puedes abrir, Ashley? Quiero pedirte disculpas –dijo mi padre.
Bingo otra vez.
Abrí la puerta del coche y Dougie se bajó también
-Perdón por ponerme así, es que… No se… Eres…
-Tu niña pequeña –completé.
Mi padre sonrió.
-En realidad… Ahora eres la niña pequeña de Dougie –dijo.
Mi madre apareció detrás de él y le cogió por la cintura.
Dougie se rió.
-Cuídala bien –dijo mi padre.
-Claro que la cuidaré. No pienso hacerla daño nunca –dijo Dougie, cogiéndome por los hombros.
Sonreí y pasé mis brazos por su cintura.
-Mi madre quiere que os juntéis algún día para empezar a organizar. Es una exagerada. Dice que quiere que todo salga bien y que hay que empezar ya –rió Dougie.
Mis padres asintieron y nos despidieron con la mano.
Dougie tomó el camino a la casa de Harry y Selene.
Aparcamos frente a ella. Dougie sacó la copia de las llaves que le había dado Harry.
Entramos y les encontramos en el salón, viendo la tele.
-Vaya vaya. ¡Pero que ilusión más grande! –Dijo Harry.
-¡HARRYYYYYYYYY! –Dougie se abalanzó sobre su “amante” y Selene se levantó a abrazarme.
-¿Os quedáis a cenar? –Me preguntó mi mejor amiga.
-Yo no puedo. Nos hemos pasado la tarde comiendo. –Miré a los dos chicos. -¿Ya estás fumando, Dougie?
Dougie dio una calada.
-Lo siento. Tenía mono –dijo.
Le eché una mirada asesina a Harry, ya que el cigarro era suyo.
-Es como un perrito. Le das una recompensa y se porta bien –dijo el batería, acariciando el pelo de Doug.
Selene y yo nos reímos.
Mientras ellos dos fumaban, nosotras fuimos a la cocina.
-Bueeeno… Y… Ya sabes… Yo… -dijo.
-¿Qué pasa?
-Me preguntaba si tú… Bueno… Si ya tienes pensado… Quien…
-¿Quién que? –Pregunté.
Selene se sonrojó.
-Venga, cielo. Suéltalo ya.
Inspiró hondo y sonrió.
-Quería saber si ya habías pensado en quien será tu madrina en la boda –dijo.
Me reí escandalosamente.
-Claro que lo he pensado. Y Dougie también. Pero es sorpresa –dije.
-Oh, venga ya. ¿No me lo vas a decir? –Preguntó, haciendo pucheros.
-No, no te lo pienso decir.
-Eres mala. Un demonio. Malísima de la muerte. Tsss.
Me reí mientras ella me pegaba en el brazo. Sentí unas manos muy fuertes que me agarraban por detrás.
-¿Por qué no te vas a reírte escandalosamente a tu casa, bonita? –Dijo Harry, besándome en la mejilla.
-Porque la acústica de la tuya mola más, bonito –dije.
Se rió y me revolvió el pelo.
-¡Haroldo! –Exclamé, intentando que los mechones de pelo volvieran a su sitio.
-¿Qué le has hecho a mi prometida, maricona? –Preguntó Doug, colgándose de la espalda de Harry.
-Nada, cielin mío. Me lo llevo a la cama, volvemos en… ¿Media hora? –dijo Harry, cogiendo a Dougie en brazos.
-Nooo. Échale más tiempo. Tengo ganas de Harry –dijo Doug.
-Dejaos de mariconadas –dijo Selene. –Harry es todo mío, so furcia.
Esa última parte se la dirigió a Dougie.
-Eso ya lo veremos –dijo Dougina.
Cuando Dougie y Harry se juntaban, Douglas se convertía en Douglasa o, como Danny le llamaba, Dougina.
Selene y Dougina empezaron a pelearse de coña, y Harry y yo les miramos, partiéndonos de risa.
-Dougieeee. Voy a tirarme a tu novia, ahora volvemos –Harry me cogió de la mano.
Dougie se agarró a mi cintura.
-Esta es mía, chato. Corre con Selene –dijo Doug, besándome en el cuello.
-Yo encantada –dijo Selene.
Estallamos en risas mientras Harry recorría el cuello de Selene con los labios.
Nos gustaba pasar estos ratitos juntos. Ratitos en los que éramos Pudd y Sashley.






domingo, 31 de octubre de 2010

26. ¿Tienes Hambre?

-Bueno, ya que Alma nos ha contado algo importante, nosotros tenemos algo importante que contar, también –dijo Dougie.
Eran más o menos las 1 de la mañana, pero allí seguíamos, sentados a la mesa de Danny y Amanda, con el humo de los cigarrillos sobre nuestras cabezas y los ceniceros frente a los ojos.
Obviamente, solo fumaban Harry, Danny y Dougie.
Por mucho que intentáramos que no fumaran, era imposible. Siempre recaían.
Selene le escondió a Harry todos los paquetes de cigarrillos que tenía, pero él acabó por encontrarlos.
Amanda había instaurado una ZLDH o zona libre de humo, como queráis llamarla, en toda la casa. Desde entonces, Danny pasaba más tiempo fuera de casa que dentro.
Y yo trataba de mantener ocupado a Dougie en otras cosas. Gracias a Dios, empezaba a dar resultado. Había probado con ir al cine, a cenar fuera de casa, de compras, al Spa, a la casa de Amanda… Pero lo único que conseguía sacarle del tabaco era meterle en la cama.
O en el sillón, o en el colchón de agua… El caso era tenerle ocupado el mayor tiempo posible.
-Pues tú dirás, chaval –dijo Selene.
Dougie me miró y se aclaró la garganta.
-Ashley y yo nos vamos a casar –dijo.
Como es lógico, yo ya se lo había contado a Tom cuando habíamos salido al jardín.
Danny nos miró, incrédulo, pero los demás dieron gritos de alegría y nos abrazaron.
Después de pasar un largo rato callado, Dan sonrió.
-Ya lo pillo. Venga, sacad la cámara de donde quiera que esté.
-Danny…
-¿Dónde está? Seguro que detrás de un cuadro. Siempre las esconden detrás de un cuadro.
-Danny, no era coña –dije.
Danny nos miró y borró la sonrisa poco a poco.
Miró a Dougie y éste bajó la vista.
-¿Qué hay de lo de “Tío, no me pienso casar hasta que los cerdos aprendan a tocar Lies con el bajo, la guitarra y la batería a la misma vez”?
-Venga ya, Dan. Sabíamos que tarde o temprano uno de los dos se iba a casar. No podíamos pasarnos toda la vida de putas –dijo Doug.
Danny, finalmente, lo aceptó. Se pasó toda la noche haciendo bromitas del tipo “Vas a perder la libertad más rápido de lo que perdiste la virginidad” o “a partir de ahora lo único que beberás es café”
A las 4:30 nos fuimos a casa. Habíamos bebido los dos, así que, habíamos decidido volver a pie.
Mientras caminábamos por la calle, Dougie iba muy callado.
Le cogí la mano y sonreí.
-¿Qué te pasa? –Dije.
Nos detuvimos y nos pusimos uno frente al otro.
-Me da la impresión de que he decepcionado a Danny. No sé… Nuestro lema era “Antes de los 30 nada de parienta”
Sonreí.
-¿Te arrepientes? –Pregunté agarrándole las manos.
-¿Qué…? ¡No! Por supuesto que no. Solo es que… Danny está decepcionado y…no se…
Le aparté un mechón de pelo de la frente.
-Si quieres pensártelo…
-No hay nada que pensar –me besó.
Yo agarré su cuello y le devolví el beso.
-Anda, sube –dijo, señalando su espalda.
-No, estás cansado.
-Ya, pero tu no puedes dar ni un paso con los zapatos de 50 metros que te has puesto –dijo, señalando mis tacones.
-Si que puedo –dije, sacándole la lengua.
Andamos unos metros más, pero Dougie me cogió en peso.
-Elige: O espalda o brazos –dijo.
-Suelo –contesté.
Dougie sonrió y se puso de espaldas a mí.
-Sube –insistió.
Negué con la cabeza.
-Venga ya, prometida mía –dijo, riéndose.
Suspiré, puse los ojos en blanco y me subí a su espalda. Emprendió el paso de nuevo, haciendo eses intencionadamente.
-A ver si engordas un poquito, cariño –dijo.
-No puedo. Lo pone en mi contrato –dije.
Dougie se paró.
-¿No puedes engordar? Pero si no pesas nada –dijo, pegando un par de saltos.
-¡Doug! –Reí.
Oí sus carcajadas y le besé en el cuello.
-Ahora en serio. No dejes que te digan que tienes que pesar 2 kilos más o 2 kilos menos. Come lo que quieras, cuando quieras y como quieras –dijo mi novio.
-¿Eso va con segundas, Douglas? –Pregunté.
-Puede… –cuando Dougie ponía esa voz, era cuando realmente me tenía contra la espada y la pared.
No podía resistirme a nada cuando me hablaba así.
-Pues date prisa en llegar a casa –dije en su oreja.
Se estremeció.
-Meto quinta –dijo, echando a correr.
Me reí.
Dougie bajó a primera para que pudiéramos hablar, lo que provocó que llegáramos a casa a las 6 menos cuarto.
Saqué las llaves de mi bolsillo y abrí la puerta.
Agarré a Dougie por el cinturón y subimos a la habitación.
Cerró la puerta y me besó. Caminamos, aún besándonos, hasta que llegamos a la cama. Dougie me empujó un poco para que cayera sobre el colchón y se puso sobre mí.
Deslicé mis manos por su espalda, quitándole la camiseta. Recorrí su pecho con los labios, como tantas otras veces había hecho. Llegué a su ombligo y volví a subir a su boca. Dougie puso sus manos a ambos lados de mi cintura. Giró y me colocó sobre él.
Le miré a los ojos. Esos preciosos ojos azules de los que me enamoré a primera vista y el sonrió. Pareció leerme la mente, porque dijo:
-¿Te acuerdas de cómo nos conocimos?
-¿Cómo no iba a acordarme?
Nos miramos, grabando cada detalle de nuestro primer encuentro en la cara del otro. Dougie buscó el cierre de la cremallera de mi vestido con las manos, mientras yo volvía a besarle. Bajó la cremallera muy despacio y recorrió con las yemas de los dedos mi espalda. Como siempre, mi piel reaccionó al contacto con la suya.
Volvimos a girar para que su cuerpo quedara sobre el mío. Arqueé la espalda mientras el me quitaba el vestido y una vez lo hubo hecho, llevé mis manos al botón de sus pantalones.
-Solo falta Danny aquí para que sea lo que hacemos todos los días –dijo. Me reí.
Eso era lo mejor de Dougie. Estabas en un momento en el que tu mente no ve nada más que su cuerpo semidesnudo encima del tuyo y conseguía que te rieras.
Dougie me hizo suya mientras el sol salía por el horizonte.

Nos despertamos bastante tarde. Me dolía la cabeza muchísimo. Esperé a que la voz de mi cabeza dijera algo del estilo “bebe bebe, que es sano” pero no oí nada.
En realidad, no la había oído desde lo de la frase en español de Alma.
Alma… Joder… Tom…
Dougie abrió los ojos pesadamente y se llevó las manos la cabeza.
-Buenos días –dijo.
-Tardes, en realidad. Son las 3 –dije, consultando la pantalla de mi Iphone.
Doug se frotó los ojos y se incorporó hasta apoyar la espalda en la cabecera.
Le miré. Recorrí con el dedo las líneas de su tatuaje. Ese tatuaje que tanto me gustaba.
Me rodeó con los brazos y llevé mis labios a los suyos. Su boca jugó con la mía un rato y después, su lengua recorrió cada rincón de mi boca.
-¿Tienes hambre? –Pregunté.
-Si va con segundas, si. Si no, no –dijo, mordiéndome en el cuello.
Cuando me separé un poco de él, vi que le había hecho un chupetón en la parte delantera del cuello. Justo en la nuez.
Y eso no es algo fácil de esconder en verano. Me imaginé por un momento la risa de Danny cuando lo viera y sonreí.
-No iba con segundas. Anda, vamos a comer algo –dije.
Me levanté y cogí algo de ropa del armario.
-No te la pongas. Estas mucho mejor así –dijo Dougie.
-Tú también –dije, sonriendo.
Me metí en la ducha y poco después, él entró también.
-Estás muy activo hoy –dije, cuando me apoyó contra la pared.
Dirigió sus labios a mi cuello y noté como aspiraba.
-Tenía que devolverte esto –dijo tras separarse, señalando el chupetón que le había hecho.
Me reí. Pasé mi lengua por sus labios, cosa que le ponía bastante y no se por qué, y él me apretó contra su cuerpo, mojado.
Nos duchamos juntos y salimos, envueltos en toallas.
Se puso unos calzoncillos y se pasó la mano por el pelo, lanzando gotitas de agua por todas partes.
Me vestí y, con una toalla, sacudí mi pelo. Después, lo dejé suelto.
Llevé las dos toallas al cesto de la ropa sucia y abrí mi armario, buscando el regalo de Dougie. Lo encontré, metido en su bolsita y lo saqué.
Era una esclava de plata, con nuestras iniciales por delante y la fecha en la que nos habíamos conocido por detrás.
Lo que hice a continuación, no lo pensé mucho. Aún de espaldas a Doug, me metí la pulsera en el sujetador, me di la vuelta y le miré.
-¿Qué te pasa? –Preguntó.
Negué con la cabeza, para decirle que no pasaba nada y me acerqué a él.
-Bueno… Esto es nuevo –dijo señalando mi sujetador.
-Si… Me lo compré para ti. ¿Te gusta? –Dije.
-Me encanta. Aún que, y parezco un disco rayado, me gustas más sin ropa –sonrió, buscando el cierre de la prenda con los dedos y me lo quitó.
La pulsera calló al suelo. Dougie me miró y después dirigió la vista a su regalo.
Volví a ponerme el sujetador mientras él se agachaba a cogerla.
Me senté en la cama y tiré de él para que se pusiera a mi lado.
-¿Y esto? –Pregunto, con una sonrisa.
Le dio la vuelta a la plaquita que llevaba la pulsera y leyó la fecha.
-Tu regalo de bienvenida. Aún que, el tuyo estuvo mucho mejor –dije, acariciando el anillo.
-Pues para mí están igualados. Me encanta cielo, muchas gracias –me besó y extendió el brazo.
Cogí la pulsera y la puse entorno a su muñeca.
Me abrazó y sonreí.
Bajamos a la cocina para comer algo. Y con algo me refiero a golosinas, patatas fritas, y coca-cola.
En realidad, el que comía era Dougie. Yo me limitaba a coger cositas pequeñas y hacer como que comía mucho.
Y Dougie lo notó. Al principio lo dejó pasar, pero luego empezó con el juego de que viene el avión abre la bocaaaa.
Al final, acabé comiéndome dos chocolatinas y 7 gominolas.
-Dougie, ya. No tengo más hambre.
Él se había comido casi una bolsa de patatas de las grandes y un bote de 80 Pringles.
-Una más –dijo, cogiendo una gominola con los dientes.
Se acercó y me besó. Metió la gominola en mi boca (Ostia que mal suena xDDD) con la lengua y se separó de mí.
Mastiqué el pequeño osito y me miró.
-Me gustaba cuando hacíamos nuestras tardes de Pizza Peli y Gominolas.
-Hemos tenido una, pero sin Pizza ni peli –dijo Dougie. –Se puede solucionar.
Cogió el teléfono y llamó a la pizzería. Pidió una mediana de jamón y queso y yo me puse unos vaqueros y una camiseta de tirantes para ir a por la peli.
-¿Cuál cojo? –Pregunté.
-La que quieras. Hoy eliges tú –dijo, rozando su nariz con la mía.
Le besé y salí de casa.
Caminé, escuchando Quiet de Demi Lovato a toda leche con el Ipod.
No entré al video club, sino que entré al centro comercial que estaba a la vuelta de la esquina y me dirigí a Fnac. Me paseé por las decenas de estanterías que había, buscando algo que mereciera la pena. Me habían hablado muy bien de unas cuantas películas, pero no conseguía decidirme por ninguna.
-Hola. ¿Puedo ayud…?
Me giré mientras la chica hablaba. Llevaba el uniforme de la tienda, a pesar de que no tendría más de 17 años.  Me miró, sorprendida y se pellizcó un brazo.
-¿Eres Ashley Stevenson? Dios no me lo puedo creer. Soy tu mayor fan desde que saliste en esa peli con Zac Efron (es el primero que se me ha ocurrido) –dijo, agarrándome del brazo. –Eres mi actriz favorita. Dios eres… Perfecta.
Enrojecí.
Que vergüenza… Dios mío…
-Gracias… supongo. Me alegra de que te gustara la película –sonreí.
-Bueno ¿en que puedo ayudarte? –Preguntó.
Me mordí el labio para contener la risa y suspiré.
-Estoy buscando una película para ver con unos amigos.
-¿Con McFly? –Preguntó, dando un pequeño gritito.
-No, con McFly no…
Con Dougie Poynter, que se parece pero no es lo mismo. La verdad es que con los chicos nunca se sabe. Lo mismo están en casa, y se han apuntado a nuestro plan parejita.
-Bueno. Esta está bien –dijo, cogiendo de una estantería “The Last Song”
-Pues me llevo esa –dije, deseando salir de allí.
Cogí la película y fui al mostrador. La pagué y salí de allí.
Volví a ponerme el Ipod. Ahora sonaba la versión que los chicos habían hecho de Don’t Stop Me Now.
If you wanna have a good time (c’mon), just give me a call. ‘Cause I’m having a good time…
Llegué a casa y abrí la puerta.
Le conté a Dougie lo que me había pasado y se rió.
-No tiene gracia. Me he asustado –dije, pegándole en el hombro.
-Ainsss –me abrazó. –Vete acostumbrando.
Nos sentamos y puse la película.
A los cinco minutos llegó la pizza. Dougie la pagó y cerró la puerta.
-Come –dijo, poniendo la caja sobre la mesa y abriéndola.
Cogí un tozo y suspiré.
Hasta que no me comí dos trozos, Dougie no se quedó tranquilo.
Después de eso, se durmió profundamente. Yo me quedé despierta, acariciándole el pelo y sonriendo. La película me hizo llorar. Y yo no era muy de llorar. No me gustaba que la gente supiera cuales eran mis puntos débiles, y si lloras por algo, se sabe cuales son.
Cuando la película terminó, desperté a Dougie.

viernes, 29 de octubre de 2010

25. "Era un biberón, idiota"

-Ashley Sophie Stevenson. ¿Quieres…casarte conmigo?
Lo ha dicho.
“Dios… :O”
Me quedé callada mientras Dougie abría la cajita. Dentro había un anillo de oro blanco con un diamante en el centro y unos detalles dorados alrededor de la piedra.
La cara de Dougie expresaba nervios, tensión, felicidad, preocupación, incomodidad y ganas de besarme. Todo al mismo tiempo.
-No tienes que contestar ahora. Puedes pensártelo.
Me arrodillé ante él y me miró expectante.
-Llevo seis años contigo. Nos hemos peleado muchísimas veces, pero nunca aguantamos más de dos días separados. Excepto… Cuando…Ya sabes… Cuando cortamos por lo que me dijo Tom. Y no sabes como siento haberte dejado por eso…
-Al grano, mi vida.
-Vale… Hace dos años me recorrí toda Inglaterra por ti. Me he pasado tres meses sin verte, son tocarte, y casi me muero. Ahora, me pides que me case contigo y que puedo pensármelo. Cielo: Jamás, en toda mi vida, he estado tan segura de algo. Quiero casarme contigo, Dougie.
Mi novio sonrió. Me besó intensamente y me puso el anillo en la mano izquierda. Me quité la camiseta y Dougie acarició mi espalda, metiendo sus manos por mi ropa interior.
Horas más tarde, estábamos cenando comida china. Dougie se pasó toda la noche dirigiendo la vista del anillo a mi cara. Y cuando estábamos viendo la tele, se dedicó a mordisquear mi oreja.
-Dougie, atiende a la peli –dije, riéndome. Sus manos recorrían mi pecho.
-Se está demasiado bien así –susurró.
Puse los ojos en blanco y miré la televisión, sin enterarme de nada.
Al día siguiente, a las seis de la tarde, estábamos llamando a la puerta de Danny.
Dougie me besó el cuello mientras esperábamos a que nos abrieran la puerta.
Sonreí y le eché los brazos al cuello. Dejé que sus labios siguieran recorriendo mi cuello y enredé mis manos en su pelo.
Las manos de Dougie, que estaban cerradas entorno a mi cintura, me apretaron contra su cuerpo.
En ese momento podría pasarme un coche por encima y no me daría ni cuenta.
-Ejem… Si queréis cierro la puerta y tal…
Los dos volvimos la cabeza a la vez y miramos a un descojonante Danny.
Le dio una colleja a Dougie y nos invitó a entrar.
Dentro estaban todos. Absolutamente todos. Selene, Harry, Tom, Alma, y por supuesto, Amanda y Dan.
-Dougie –susurré a su oído. –¿Alguien sabe algo?
-No. Le pedí los pantalones a Danny pero no sabe para que.
Asentí.
Fui a la cocina para ayudarles a sacar platos. Saqué las bebidas, los vasos y las servilletas.
Cuando fui al salón, Tom estaba con su móvil. Me echó una foto nada más aparecer por la puerta.
-Supongo que eso lo imprimirás y lo meterás al álbum –dije.
-Supones bien –dijo Tom.
-¿Sería mucho pedir que no lo hicieras? –Pregunté, cogiendo su Iphone para ver la foto.
Tom se río y asintió.
Danny y Amanda salieron con lo que quedaba y me reí.
Cuando llegamos al postre, Tom nos miró a todos, con expresión aterrorizada.
-Houston, tenemos un problema –dijo.
-¿Qué pasa?
Miraba la pantalla de su móvil, atónito.
-Me he quedado sin batería –dijo.
Nos reímos mientras el pulsaba el botón de encendido de su teléfono.
-Si no fueras tan adicto a las fotos… -dijo Harry.
-Si te callaras la boca… -Contraatacó Tom.
Harry le sacó la lengua mientras yo me reía.
-La verdad es que Harry tiene razón –dijo Amanda. –Houston no tiene un problema, lo tienes tú.
-Ja, me meo… Ash… -me miró, haciendo pucheros.
-No –dije, divertida.
-Andaaaaaaaaa
-He dicho que no, Tom. Además, necesito llamar luego a Nikki. Lo siento.
Me miró en plan (¬¬)
-Porfa… -lo intentó otra vez.
“Venga déjaselo. Si no, va ha estar de morros toda la noche, lo conoces”
-Me debes una –dije, pasándole mi Iphone por encima de la mesa.
Se levantó y me dio un sonoro beso en la mejilla.
-SIIIIIIIIII!!! Tengo un Iphone con bateríaaaaaaaaa
“Este tío es tonto”
No le digas tonto.
“Si, lo digo… Aun que últimamente está muy muy muy…cambiado”
Dilo abiertamente, últimamente parece un muñequito de los Action Man. Está echando músculo.
“Exacto. Yo no lo hubiera dicho mejor”
-Oye, Tom… Hablando de cosas que no funcionan y otras que si… ¿Le has puesto pilas a tu maldito cerebro ya? –Dijo Danny.
-¿De qué hablas? –Tom deslizaba los dedos como un loco por la pantalla de mi móvil. –Dios, Ash. ¿Fotos de Harry en calzones? Seguro que Doug está de acuerdo.
Esa última parte iba cargada de sarcasmo, como era de esperar.
-Si que lo estoy. Ella es mi mujer y él mi amante –dijo Dougie.
Estaba sentado frente a mí y junto a Harry. Éste le besó en la mejilla y le abrazó.
-¿Nos disculpáis si subimos a la habitación un segundo? –Dijo Harry.
-No, no os disculpo, Pudd. Mi amante y mi marido a la mesa.
-Espera espera espera… ¿Has dicho amante? Me pones los cuernos con mi amante… -Dijo Dougie.
Normalmente, las coñas entre Pudd, Dashley y Hashley se nos iban de las manos de esa manera. Que le íbamos a hacer, si estábamos locos.
-Si, lo siento –dije.
-A ver si me he enterado… Dougie y Ashley están casados, peeeeero, Dougie le pone los cuernos a Ashley con Harry y Ashley se los pone a Doug…¿Con Harry también? –Dijo Danny.
Los tres asentimos.
-Entonces, técnicamente, la culpa la tiene Harry. Pooorque, el sabe que estáis casados peero está a la vez con los dos –dijo Alma.
-No, no lo entiendes. Harry solo quiere que sean felices, así que, no le dice nada a ninguno de los dos porque si se enteran de que está con los dos, se divorciarán y…
-Callaaaaaaaoooooooos!!! Dios, no soporto esto ni un minuto más! –Dijo Amanda, cortando a Tom.
Nos comenzamos a reír descontroladamente. Danny le lanzó un guisante a Amanda a la cabeza y ella le sacó la lengua.
-¿De que hablábamos antes de que estos empezaran con sus subnormalidades? –Preguntó Alma.
-De si Tom le había puesto pilas a su cerebro –recordó Harry.
-Oh, si –Danny dejó el tenedor sobre la mesa. -¿Y bien?
Tom le miró, pero luego volvió a las fotos.
-¿Tom?
Mi mejor amigo gruñó algo parecido a déjame en paz y deslizó los dedos para pasar de foto.
-Eso es un no, ¿verdad? Pues bien, si no lo haces tú, lo haré yo. Alma…
-NOOO.
“Vaya, vaya, al fin reacciona”
Danny sonrió con malicia.
-Bueno, pues entonces… -hizo un gesto con las manos, indicándole a Tom que podía continuar él.
-¿Aquí? ¿Y ahora? –Preguntó Tom.
Harry, Dougie y Danny le miraron, autoritariamente, situación que me pareció graciosa, ya que normalmente él que les miraba así era Tom.
-Vale, joder. Pero que sepáis que no va a ser tan bonito como había pensado. Ahora va a ser forzado.
-Oh, no te preocupes. Disfrutaremos del espectáculo igualmente.
Tom dejó el móvil sobre la mesa, se levantó y se colocó junto a la silla de Alma. Se arrodilló en el suelo y la miró.
-¿Qué haces, Tom? –Preguntó la chica, sorprendida.
-Quiero…
-ESPERAA!! –Harry se abalanzó a por mi móvil y pulsó el botón de grabación. –Puedes seguir.
Tom agarró la mano de Alma, mientras esta nos miraba, desconcertada.
-Quiero decirte algo –dijo Tom.
-Bueno, pues dilo –contestó Alma.
Tom tragó saliva.
-Yo…
Venga, Tom. Llevas 6 años deseando decírselo. Ahora que tienes la oportunidad, no la cagues.
-Te quiero –dijo.
La boca de Alma se abrió de par en par mientras Harry movía el móvil para pillar su cara.
Tom tenía una sonrisa en el rostro, esa misma que hacía que su hoyuelo se marcara de una manera alucinante.
-Madre del amor hermoso –susurró Alma, en español.
-¿Eins? –Dijimos todos menos Amanda.
-Oh, my dear –aclaró la novia de Danny, mirándonos.
“Vaya. La máquina del español no ha entendido una simple frase”
Estoy conmocionada por todo lo que ha pasado hoy. Joder, no me agobies.
Estuvimos unos minutos más en silencio. Minutos en los que la sonrisa de Tom se fue desdibujando.
-Dile algo al chaval –susurró Dougie.
-No sé que decir… Yo…
-Alma, coño. Llevas seis años esperando esto y ahora no sabes que decir –dijo Amanda.
-Yo… Esto…
-Déjalo… No hace falta que contestes –dijo Tom, forzando una sonrisa y volviendo a sentarse en su sitio.
Alma le miró, entristecida.
-No quiero que pienses que…
-Tranquila. No pasa nada –dijo Tom.
Alma no le escuchó.
-Ha pasado mucho tiempo…y en ese tiempo…he conocido a personas que…no sé… Se han decidido a pedirme salir… No he tenido que esperar seis años… -dijo la chica.
-Oye maja… Que tú también podías haberte lanzado –dijo Harry.
-¿Y qué te crees? ¿Qué no lo hice?
-¿Lo hiciste?
Alma asintió. Amanda, Selene, Danny, Dougie, Harry y yo miramos a Tom y a la chica, sin poder creer lo que estábamos oyendo.
-Hace 4 años más o menos. Habíamos quedado para ir al cine, a ver la película esa de la casa con globos y el niño y el viejo…
-Up –dijo Tom.
-Esa. Bueno, pues antes de entrar fuimos a por palomitas y nos dijeron que si éramos pareja podíamos canjear una especie de ticket para que la próxima vez que fuéramos, las palomitas nos salieran más baratas. Tom le dijo que no éramos pareja, que solo éramos amigos, y eso me dolió bastante. Cuando entramos a la sala, le dije que me gustaría cambiar lo que teníamos, que quería estar con él, pero me dijo que estaba muy liado y que tenía que pensárselo. Después, empezó la película y se quedó como en trance, mirando la pantalla.
“Le pasa lo mismo con todas las de Disney ¬¬”
-Ahora entiendo por qué os pasasteis más de dos semanas muy esquivos el uno con el otro –dijo Danny.
Miré a Tom. Se le veía destrozado. Le pedí a Doug que me cambiara el sitio para poder sentarme junto a Tom. Él dijo que sí.
Ocupé el sitio de mi novio en la mesa y miré a mi mejor amigo.
-Tom… Ven conmigo –susurré.
Salimos al jardín, lugar que Danny utilizaba para fumar, ya que Amanda tenía terminantemente prohibido fumar dentro de la casa. Excepto cuando nos reuníamos todos.
Tom me abrazó y comenzó a llorar.
-Si es que soy gilipollas. Que digo gilipollas; soy anormal. ¡Seis años, Ashley! Seis putos años –sollozó contra mi hombro.
-Tom, mírame –lo hizo. –No eres gilipollas ni anormal. No sabías lo que hacer, simplemente eso. Alma tenía todo el derecho del mundo a rehacer su vida y lo ha hecho.
El chico me miró, con lágrimas aún en los ojos.
-Ash…
-Tommy –susurré.
Tom sonrió ampliamente. Cada vez que le decía Tommy, el hoyuelo de su mejilla se marcaba al estirar sus labios para sonreír.
-Me acuerdo de la primera vez que me llamaste Tommy –dijo.
-Eso es mentira. Es imposible que te acuerdes –dije, riéndome.
-Es cierto!! Me acuerdo de tu padre con la cámara y tú comiendo yogur…
-Era un biberón, idiota.
Sonrió.
Jamás olvidaría lo que me había contado mi madre sobre la primera vez que le había llamado así. Al fin y al cabo, Tommy fue mi primera palabra.

martes, 26 de octubre de 2010

24. Oh, dios mio

-¿Por qué te fuiste sin despedirte? –Pregunté, separándome de él.
Me cogió por la mano y entramos al salón. Nos sentamos en el colchón de agua del que Dougie se había encaprichado mientras dábamos un paseo por el centro de Londres.
Me apretó contra su pecho y no me resistí. Quería tenerle cerca.
-Porque… No quería verte llorar… y….
-¿Y? –Pregunté enfadada.
-Porque yo tampoco quería llorar –susurró, bajando la mirada.
Me reí y le besé.
-Más mono y no naces –dije. –Bueno, vamos a deshacer tus maletas.
-Se me ocurre algo mejor que deshacer maletas. Como… Deshacer camas –dijo, besándome.
-Valeee me parece bien –dije, con voz temblorosa.
Me cogió, tal y como los príncipes cogen a las princesas en las películas, y subimos las escaleras. Entramos a nuestra habitación y nos arrojamos a la cama.
Nos desnudamos rápidamente y me reí.
-Has venido con ganas –susurré.
-Si… Te e echado de menos –dijo, riéndose.
Le mordí el labio.
-Oh, que imagen tan desagradable –dijo una voz desde la puerta.
Me tapé instintivamente y Dougie hizo lo mismo.
-Si queréis intimidad, no le deis las llaves a Danny –dijo Amanda.
Dougie se putso la ropa interior y salió de la cama.
-Tío, llevamos 3 meses sin vernos.
-Hemos calculado el tiempo para que pudiérais echar 1, tal vez dos, si erais rápidos.
“Te odio, Daniel Jones.”
-Si, pero tu no has contado con que nosotros teníamos que hablar –dijo Dougie, amenazando a Danny con un puño.
-Ups…vale, culpa mía. Peeeero, ahora que os he cortado el royo, no te importará devolverme mis pantalones –dijo Danny.
-¿Qué pantalones?
-Los que te presté el día de Manchester, cuando nos fuimos de putas.
Levanté una ceja y les miré. Amanda había hecho lo mismo.
-Es coña, solo nos fuimos de copas –como Amanda no le quitaba la vista de encima, añadió –Te quiero, mi vida.
Amanda asintió con los ojos cerrados y la boca fruncida.
Me reí y le tiré un cojín a Danny. Le golpeó en la cara y se acercó a la cama, con la intención de vengarse.
-Eh eh eh eh eh… Ni un paso más, que no está vestida –saltó Dougie.
-Mejor –dijo Danny, atacando a mis costillas.
Dougie le apartó de la cama, mientras yo me ponía mi ropa interior y la camiseta de Doug.
Salí de la cama y me metí en los brazos de Dougie.
-Voy a darte los malditos pantalones –dijo éste.
-Ya voy yo, cielo –besé a Dougie y salí de la habitación.
Cuando iba por la mitad del largo pasillo, escuché a Amanda.
-¿Le acabas de mirar el culo?
-No… -respondió Danny.
-Si que lo has hecho, capullo –dijo Dougie.
-Vale, si… Soy débil –gimió Danny.
-Te perdono porque es Ashley, que sino… -dijo Amanda. –Y ni se te ocurra decirle nada a Tom… No quiero ir a tu entierro aún.
Me reí y bajé las escaleras.
Las maletas de Dougie estaban aún tiradas por el suelo, en el vestíbulo.
Abrí una de ellas y busqué el pantalón de Danny. Al mover una sudadera de Hurley, se cayó una pequeña cajita al suelo.
“¿Qué cojones es eso? Abre! Abre!”
Cogí la bonita caja. Parecía una de esas cajitas que se usan para guardar los anillos.
Tiré de la tapa hacia arriba levemente, pero me detuve.
Son sus cosas, me dije a mi misma.
“¿Y si es un regalo para ti? Tonta, ábrelo”
-Pues si es un regalo para mi, mejor que sea una sorpresa.
“Dios te voy a pegar un trompazo que vamos a morir las dos. Tu de la ostia y yo de la honda expansiva”
Dejé la caja y abrí la otra maleta. Encontré los pantalones y, por hacer la gracia, me los puse.
Me quedaban muy grandes. Los agarré un poco para que no se cayeran y subí las escaleras.
-¿Cómo me quedan?
-Tremendamente sexys –dijo Dougie.
Me los quité y se los tiré a Danny.
-Así mejor –dijo mi novio.
Le pegué flojito en el brazo y sonreí.
-Bueno, ya tienes tus jodidos pantalones. Ahora, largaos –dije.
-¿Me estás echando? –Preguntó Amanda.
-Si. Ale, adiós.
Bajaron las escaleras y me asomé para ver que salían de la casa. Después, entré en la habitación y cerré con el pestillo.
-¿Dougie?
No estaba en la cama. Me asomé a la puerta del baño que teníamos en la habitación.
-¿Doug?
Nada.
“AJAAA!! Esto demuestra que estás completamente loca. Te has imaginado 6 años de relación. Dougie era un producto de tu imaginación. Ahora es cuando despiertas del sueño y eres una adolescente que cumple hoy 15 años.”
Cierra el puto pico, quizás funcionaba eso de pensar lo que iba a decir.
“No me mandes callar”
Eureka.
Abrí el armario de la habitación, pero tampoco estaba allí. Lo que si estaba era el regalo de bienvenida que le había comprado. Guardado en el fondo y tapado por el montón de mis vaqueros.
Salí de la habitación y fui al cuarto de invitados, al baño común, a la habitación de la música, donde teníamos bajos, guitarras y una batería para cuando los chicos venían…
-¿Te has desintegrado? –Pregunté en voz alta.
Algo se movió entre los bombos de la batería. Me acerqué un poco para ver algo de color canela.
-Oinss, Marvinioloo. Eres tu, bonito –cogí al gato de Tom. –Tu dueño ya ha vuelto, lo que significa que vendrá a por ti en breve.
Le dí un beso y lo dejé en el suelo.
Me dirigí a la habitación otra vez, pero estaba cerrada. Llamé con los nudillos.
-¿Dougie? Abre, cielo –dije.
-Un minuto –respondió.
“¿Dónde coño se había metido?”
-Ni un minuto ni nada, abre –grité.
-No puedo, espera un minuto –suplicó.
Joder con el niño. No tenía otro momento mejor para encerrarse en la habitación. Noooo. Tiene que ser cuando tengo ganas de…
“Te jodes. Haber pasado de hablar y haber ido al tema”
Cállate.
“No me da la gana”
¿A qué te meto una ostia mental?
“¿A qué no?”
Llevaba diez minutos sentada frente a la puerta de la habitación, discutiendo con la voz de mi cabeza.
-Doug… Me voy a casa de Tom –dije.
Si no reacciona así…
“Vayaa… La monja sabe como chantajear a su novio”
-Noo. Ya está casi solo me … Ahhhh –gritó de repente.
-¿Qué pasa?
-Me he quemado –soltó.
Oí como corría al baño y abría el grifo. Me levanté y crucé los brazos frente al pecho.
De repente, Dougie abrió la puerta.
-Ya era…hora…
La habitación estaba completamente llenísima de velas. Tal y como había llenado una habitación de mi casa hacía 6 años, en Halloween.
Solo que esta vez no había pétalos de rosa. Solo velas y un chico perfecto arrodillado en el suelo, con una cajita entre las manos.
-Ay…mi…madre…
Dougie sonrió. Le miré, incrédula, y sonrió más ampliamente.
-Ese era el efecto que quería crear. Por eso tanto secretismo. Lo de Danny estaba todo preparado. Le pedí que me dejara unos pantalones y que nos interrumpiera cuando estuviéramos solos para que a mi me diera tiempo a preparar todo esto. Sabía, también, que no te fiarías de si se habían marchado de casa y que les seguirías hasta las escaleras, lo que me daría tiempo para esconderme debajo de la cama y cuando tu fueras a buscarme, cerrar y hacer todo esto.
Estaba temblando como cuando, con doce años, Tom se escondió detrás de la puerta de mi habitación y cuando cerré me asustó.
-Y… ¿C-c-ómo ha-as cogido la c-c-caja… tan ráp-p-p-pido? –Pregunté.
-Eso también estaba pensado. Sabía que querrías ir a coger tu los pantalones y que verías la caja, pero como respetas tanto mi intimidad, sabía que no la abrirías. La caja de abajo era una especie de señuelo. No contiene nada. La que tiene lo que me ha costado tanto esfuerzo es esta –dijo, señalando la que tenía entre las manos.
Dios dios dios dios… A ver. Analicemos la situación. Está de rodillas, en una habitación llena de velas, y con una caja de anillo entre las manos. Esto me suena a…
“No lo digas. Soy demasiado joven como para que me de un ataque”
…pedida de mano
“Ya lo ha soltado, la solfamida esta”
-Doug…¿A-a-a… q-q-q-ue viene t-t-t-todo esto?
-No te asustes. No es nada malo. Al contrario. Es bueno.
Ay mi madre. Que este me va a pedir que me case con él… Por dios y por la virgen, tiene 22 años. No, no… estoy sacando las cosas de contexto… No me está pidiendo matrimonio…
“De momento”
Cállate.
-Cielo. Estás pálida –dijo, preocupado.
-¿Si? V-a-a-aya… P-p-p-pues no se p-p-por qué s-s-s-será…
Se rió. Acaricié su pelo, con manos temblorosas.
-Bueno… Yo… Esto… Quería pedirte algo… -Se había puesto nervioso de repente.
“Ay mi madre”
Oh, dios mio…