lunes, 1 de noviembre de 2010

27. HARRYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYY

-Cielo. Cielo. La película ha terminado –pasé las manos por su pelo.
Abrió los ojos, atontado pero sonriente.
-He tenido sueños bonitos –dijo con voz de niño pequeño.
Le besé, dulcemente.
-¿Y que sueños son esos? –Pregunté.
-Habían conejitos de chocolate y bastones de caramelo con ojos… En fin, el sueño de todo hombre maduro –dijo, intentando incorporarse.
-Oh, no. Tú no te levantas de aquí –dije, colocándome sobre él.
Me miró, pícaramente y me mordió el labio. Le besé de nuevo, tal y como le gustaba. Pasando mi lengua por sus labios y luego, aprisionando su labio inferior con los dientes.
-Estás juguetona hoy, ¿verdad? –Dijo subiendo mi camiseta hacia arriba.
Yo no tenía mucho que quitarle, la verdad; solo llevaba calzoncillos.
Me quitó los vaqueros y pasó las manos por mi espalda.
Y entonces, fiel a la manía de interrumpirnos, alguien (y con alguien me refiero a Danny) llamó a la puerta.
Suspiré y me eché a reír.
-¿Por qué no hacemos como si no estuviéramos? –Dijo Dougie.
Me apretó más contra él y me besó.
De repente, oímos golpes en la ventana. Giramos la cabeza en esa dirección y allí estaba Danny. Y esta vez no venía con Amanda.
Iba con Fran, el hermanastro de Dougie.
-Oh, venga ya –gritó Doug. –Sois lo peor, joder.
Se levantó mientras yo me ponía la ropa. Abrió la puerta y los dos chicos entraron.
Fran pasó al salón, seguido de Dougie y Danny.
-Hola, guapetona –dijo Dan.
Se acercó a abrazarme y cuando lo estaba haciendo, le susurré al oído.
-Te juro que la próxima vez que nos interrumpas, dejo a Amanda sin hijos –dije.
Danny me miró, asustado, y después asintió, como cuando le dices a un niño “Eso no se come. Caca. Es del suelo. Caca, caca”
Este era un momento perfecto para que la vocecilla de mi cabeza me hablara y me dijera algo para conseguir cagar a Danny.
Pero dijo nada.
¿Dónde coño se ha metido?
-Bueno, no os quitaremos mucho tiempo –dijo Fran, tras darme dos besos.
Nos sentamos en el sofá y nos miraron.
-¿Tienes algo que contarme, hermanito mío?
Dougie miró a Danny y le dio un capón.
-¿Por qué coño eres tan bocazas?
-Tu familia tiene que saber que te vas a casar, so invécil –dijo Danny.
-Tenía la intención de ir a cenar a casa de mi madre para contárselo, giliflautas –dijo mi prometido.
Danny le miró y subió la cabeza, con orgullo.
-Bueno, pues ¿a qué esperas? Son casi las seis.
-Espero a que salgas de mi casa –dijo Dougie.
No pude evitar reírme, y los tres chicos me miraron.
-Sois tontos. Anda, Dougie. Vístete. Tenemos dos casas que visitar hoy.
-¿Cómo que dos? –Preguntó mi novio, desconcertado.
-Si. No esperarás que se lo digamos a tus padres y a los míos no –dije.
Dougie asintió.
-Si, soy tonto. No se por qué te vas a casar conmigo –dijo.
Le abracé.
-Andaaaa, corre.
Subió las escaleras y yo me dí la vuelta y miré a Danny.
-Ya sabes lo que te he dicho. A la próxima, adiós a tu segundo mejor amigo de la adolescencia –dije, señalando sus partes.
-Si, señor –dijo. Se levantó del sofá y Fran hizo lo mismo.
Se despidieron de mí y se marcharon.
Subí a ducharme y me vestí. Diez minutos después, Dougie y yo estábamos montados en su coche, rumbo a la casa de sus padres.
Cuando llegamos, bajamos del coche y me cogió de la mano.
Llamamos a la puerta.
-¡Dougie! Que sorpresa, cariño –Sam abrazó a su hijo.
-Hola, mamá.
-Ashley –Sam me abrazó a mí también y nos invitó a pasar.
Entramos al salón. Miriam estaba allí, con su novio, Alex.
-Hola, hermanito –exclamó Miriam, abrazándose a Doug.
-Quita, no agobies, enana –dijo Dougie.
Miriam le miró entrecerrando los ojos y después se dirigió a mí.
Me abrazó y sonreí.
-Hola, Dougie –dijo Alex. Se levantó para estrecharle la mano, pero Dougie me cogió por la cintura para no tener que tocarle.
Dougie odiaba a Alex. Desde que había dejado a Miriam hacía 3 meses por otra chica, le odiaba con todas sus fuerzas. Hacía dos semanas que habían vuelto.
Miriam estaba muy enamorada. Y al parecer el chico también, así que, Dougie no podía decir nada. Pero no le hacía gracia que estuvieran juntos.
-Hola, Ash –dijo el chico.
Sonreí y le saludé con la mano, ya que Dougie me tenía agarrada y no me soltaba.
-Mamá, queríamos hablar con vosotros. ¿Dónde está Josh? –Preguntó Doug.
El hombre apareció dos segundos después por las escaleras.
Nos sentamos todos en el sofá. Crucé las piernas, incómoda y mi novio agarró una de mis manos y la puso sobre su rodilla.
-Bueno, a ver… Uf… Ashley y yo hemos decidido dar un paso más en nuestra laarga relación y nos vamos a casar –dijo Doug.
Sam nos miró y exhibió una gran sonrisa. Josh, Miriam y Alex la imitaron.
-Dios mío, me alegro muchísimo, cariño –Sam abrazó a su hijo y sonrió.
-Madre mía, no me lo puedo creer. Voy a tener la mejor cuñada del mundo –dijo Miriam, abrazándonos a los dos.
-Venga ya. Vas a tener una cuñada, nada más –dije.
Miriam se rió.
-Pero esa cuñada es una persona a la que le gusta tanto meterse con Dougie como a mí.
Nos reímos mientras Dougie le revolvía el pelo a su hermanita.
-¿Qué ha dicho Danny? –Preguntó Sam.
Que lista es esta mujer, coño.
-Pues… No le ha hecho mucha gracia al principio, pero… Bueno… La verdad es que se ha alegrado –dijo Dougie.
Nos pasamos un rato más hablando con ellos y después nos fuimos a la casa de mis padres.
Abrí la puerta con las llaves que me habían dado y cruzamos el umbral.
-¿Hola? ¿Mamá? ¿Papá? –Avanzamos hasta la cocina.
-Hola, Ashley. Doug –mi padre chocó la mano con mi novio y mi madre nos dio dos besos a cada uno.
Les dijimos que se sentaran, que teníamos algo importante que decirles.
-Bueno, vosotros diréis.
Dios… Dios… Mi padre se va a poner como un loco y mi madre… No va a abrir la boca en 2 semanas.
-Nos vamos a casar –dije, del tirón.
Bingo!
La cara de mi padre comenzó a cambiar. Su sonrisa se extinguió y apretó los labios con rabia.
Mi madre en cambio, no abrió la boca. Se limitó a mirarme, nada más.
-¿Dónde tenéis la cabeza? Por Dios, Ash. ¡Tenéis 21 y 22 años! No sabéis nada de la vida.
-Papá… Somos mayorcitos como para saber lo que tenemos que hacer. Además, ¿qué más da que tengamos 23 o 40 años? El concepto de “matrimonio” no va a cambiar.
-Sois muy jóvenes –dijo, negando con la cabeza.
-Mamá y tú también erais muy jóvenes cuando me tuvisteis. Teníais 15 años. Yo tengo 21, papá. No soy tonta. Si me caso con Dougie es por que lo quiero y ya está.
Doug no había abierto la boca tampoco. Se limitaba a apretar mi mano de vez en cuando, dándome ánimos.
-Lo nuestro fue algo sin remedio, cariño. Nosotros no teníamos elección. O te teníamos o te dábamos en adopción. Y como comprenderás, no te íbamos a dejar en una casa de acogida.
-Papá, nosotros no estamos hablando de tener un hijo, y si lo fuéramos a tener, no pasaría nada. El niño estaría bien cuidado. Hablamos de casarnos. No es ningún crimen. Vosotros os casasteis cuando teníais 24 años. ¿Qué diferencia hay? En dos años no maduras.
-Tu madre y yo maduramos con 15 años, cielo. Cuando nos tuvimos que quedar en casa noche si y noche también para cuidarte.
-¡NADIE OS PIDIÓ QUE LO HICIERAIS! ¡Llevo toda mi puta vida haciendo lo que me dicen! No comas esto, engorda, no hagas eso, es malo, no te rías, es de mala educación… Ya basta. Tengo suficiente edad como para casarme y por que no, formar una familia. Y no me lo vais a impedir.
-Cariño… -empezó Dougie.
-Tendréis vuestra invitación, será cosa vuestra si vais o no –dicho esto, cogí mi móvil de encima de la mesa, me levanté y me fui.
Me apoyé contra el capó del coche. Unos segundos después, Dougie salió de la casa y se dirigió a mí.
Me abrazó y yo me agarré a él con todas mis fuerzas.
-Tranquila, cariño. Ya verás como al final lo entienden –susurró, pasando las manos por mi pelo.
Dibujé círculos con los dedos en su espalda. Finalmente, se separó de mí y me miró fijamente.
Puso un dedo debajo de mi barbilla y alzó mi cabeza.
-Te quiero –dijo, muy serio.
Le besé y enredó sus dedos en mi largo y castaño pelo.
Poco después, estábamos en el coche. Dougie se disponía a arrancar cuando tocaron a la ventanilla.
Vaya, vaya. Ahora pedirá disculpas.
-¿Puedes abrir, Ashley? Quiero pedirte disculpas –dijo mi padre.
Bingo otra vez.
Abrí la puerta del coche y Dougie se bajó también
-Perdón por ponerme así, es que… No se… Eres…
-Tu niña pequeña –completé.
Mi padre sonrió.
-En realidad… Ahora eres la niña pequeña de Dougie –dijo.
Mi madre apareció detrás de él y le cogió por la cintura.
Dougie se rió.
-Cuídala bien –dijo mi padre.
-Claro que la cuidaré. No pienso hacerla daño nunca –dijo Dougie, cogiéndome por los hombros.
Sonreí y pasé mis brazos por su cintura.
-Mi madre quiere que os juntéis algún día para empezar a organizar. Es una exagerada. Dice que quiere que todo salga bien y que hay que empezar ya –rió Dougie.
Mis padres asintieron y nos despidieron con la mano.
Dougie tomó el camino a la casa de Harry y Selene.
Aparcamos frente a ella. Dougie sacó la copia de las llaves que le había dado Harry.
Entramos y les encontramos en el salón, viendo la tele.
-Vaya vaya. ¡Pero que ilusión más grande! –Dijo Harry.
-¡HARRYYYYYYYYY! –Dougie se abalanzó sobre su “amante” y Selene se levantó a abrazarme.
-¿Os quedáis a cenar? –Me preguntó mi mejor amiga.
-Yo no puedo. Nos hemos pasado la tarde comiendo. –Miré a los dos chicos. -¿Ya estás fumando, Dougie?
Dougie dio una calada.
-Lo siento. Tenía mono –dijo.
Le eché una mirada asesina a Harry, ya que el cigarro era suyo.
-Es como un perrito. Le das una recompensa y se porta bien –dijo el batería, acariciando el pelo de Doug.
Selene y yo nos reímos.
Mientras ellos dos fumaban, nosotras fuimos a la cocina.
-Bueeeno… Y… Ya sabes… Yo… -dijo.
-¿Qué pasa?
-Me preguntaba si tú… Bueno… Si ya tienes pensado… Quien…
-¿Quién que? –Pregunté.
Selene se sonrojó.
-Venga, cielo. Suéltalo ya.
Inspiró hondo y sonrió.
-Quería saber si ya habías pensado en quien será tu madrina en la boda –dijo.
Me reí escandalosamente.
-Claro que lo he pensado. Y Dougie también. Pero es sorpresa –dije.
-Oh, venga ya. ¿No me lo vas a decir? –Preguntó, haciendo pucheros.
-No, no te lo pienso decir.
-Eres mala. Un demonio. Malísima de la muerte. Tsss.
Me reí mientras ella me pegaba en el brazo. Sentí unas manos muy fuertes que me agarraban por detrás.
-¿Por qué no te vas a reírte escandalosamente a tu casa, bonita? –Dijo Harry, besándome en la mejilla.
-Porque la acústica de la tuya mola más, bonito –dije.
Se rió y me revolvió el pelo.
-¡Haroldo! –Exclamé, intentando que los mechones de pelo volvieran a su sitio.
-¿Qué le has hecho a mi prometida, maricona? –Preguntó Doug, colgándose de la espalda de Harry.
-Nada, cielin mío. Me lo llevo a la cama, volvemos en… ¿Media hora? –dijo Harry, cogiendo a Dougie en brazos.
-Nooo. Échale más tiempo. Tengo ganas de Harry –dijo Doug.
-Dejaos de mariconadas –dijo Selene. –Harry es todo mío, so furcia.
Esa última parte se la dirigió a Dougie.
-Eso ya lo veremos –dijo Dougina.
Cuando Dougie y Harry se juntaban, Douglas se convertía en Douglasa o, como Danny le llamaba, Dougina.
Selene y Dougina empezaron a pelearse de coña, y Harry y yo les miramos, partiéndonos de risa.
-Dougieeee. Voy a tirarme a tu novia, ahora volvemos –Harry me cogió de la mano.
Dougie se agarró a mi cintura.
-Esta es mía, chato. Corre con Selene –dijo Doug, besándome en el cuello.
-Yo encantada –dijo Selene.
Estallamos en risas mientras Harry recorría el cuello de Selene con los labios.
Nos gustaba pasar estos ratitos juntos. Ratitos en los que éramos Pudd y Sashley.






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