martes, 26 de octubre de 2010

24. Oh, dios mio

-¿Por qué te fuiste sin despedirte? –Pregunté, separándome de él.
Me cogió por la mano y entramos al salón. Nos sentamos en el colchón de agua del que Dougie se había encaprichado mientras dábamos un paseo por el centro de Londres.
Me apretó contra su pecho y no me resistí. Quería tenerle cerca.
-Porque… No quería verte llorar… y….
-¿Y? –Pregunté enfadada.
-Porque yo tampoco quería llorar –susurró, bajando la mirada.
Me reí y le besé.
-Más mono y no naces –dije. –Bueno, vamos a deshacer tus maletas.
-Se me ocurre algo mejor que deshacer maletas. Como… Deshacer camas –dijo, besándome.
-Valeee me parece bien –dije, con voz temblorosa.
Me cogió, tal y como los príncipes cogen a las princesas en las películas, y subimos las escaleras. Entramos a nuestra habitación y nos arrojamos a la cama.
Nos desnudamos rápidamente y me reí.
-Has venido con ganas –susurré.
-Si… Te e echado de menos –dijo, riéndose.
Le mordí el labio.
-Oh, que imagen tan desagradable –dijo una voz desde la puerta.
Me tapé instintivamente y Dougie hizo lo mismo.
-Si queréis intimidad, no le deis las llaves a Danny –dijo Amanda.
Dougie se putso la ropa interior y salió de la cama.
-Tío, llevamos 3 meses sin vernos.
-Hemos calculado el tiempo para que pudiérais echar 1, tal vez dos, si erais rápidos.
“Te odio, Daniel Jones.”
-Si, pero tu no has contado con que nosotros teníamos que hablar –dijo Dougie, amenazando a Danny con un puño.
-Ups…vale, culpa mía. Peeeero, ahora que os he cortado el royo, no te importará devolverme mis pantalones –dijo Danny.
-¿Qué pantalones?
-Los que te presté el día de Manchester, cuando nos fuimos de putas.
Levanté una ceja y les miré. Amanda había hecho lo mismo.
-Es coña, solo nos fuimos de copas –como Amanda no le quitaba la vista de encima, añadió –Te quiero, mi vida.
Amanda asintió con los ojos cerrados y la boca fruncida.
Me reí y le tiré un cojín a Danny. Le golpeó en la cara y se acercó a la cama, con la intención de vengarse.
-Eh eh eh eh eh… Ni un paso más, que no está vestida –saltó Dougie.
-Mejor –dijo Danny, atacando a mis costillas.
Dougie le apartó de la cama, mientras yo me ponía mi ropa interior y la camiseta de Doug.
Salí de la cama y me metí en los brazos de Dougie.
-Voy a darte los malditos pantalones –dijo éste.
-Ya voy yo, cielo –besé a Dougie y salí de la habitación.
Cuando iba por la mitad del largo pasillo, escuché a Amanda.
-¿Le acabas de mirar el culo?
-No… -respondió Danny.
-Si que lo has hecho, capullo –dijo Dougie.
-Vale, si… Soy débil –gimió Danny.
-Te perdono porque es Ashley, que sino… -dijo Amanda. –Y ni se te ocurra decirle nada a Tom… No quiero ir a tu entierro aún.
Me reí y bajé las escaleras.
Las maletas de Dougie estaban aún tiradas por el suelo, en el vestíbulo.
Abrí una de ellas y busqué el pantalón de Danny. Al mover una sudadera de Hurley, se cayó una pequeña cajita al suelo.
“¿Qué cojones es eso? Abre! Abre!”
Cogí la bonita caja. Parecía una de esas cajitas que se usan para guardar los anillos.
Tiré de la tapa hacia arriba levemente, pero me detuve.
Son sus cosas, me dije a mi misma.
“¿Y si es un regalo para ti? Tonta, ábrelo”
-Pues si es un regalo para mi, mejor que sea una sorpresa.
“Dios te voy a pegar un trompazo que vamos a morir las dos. Tu de la ostia y yo de la honda expansiva”
Dejé la caja y abrí la otra maleta. Encontré los pantalones y, por hacer la gracia, me los puse.
Me quedaban muy grandes. Los agarré un poco para que no se cayeran y subí las escaleras.
-¿Cómo me quedan?
-Tremendamente sexys –dijo Dougie.
Me los quité y se los tiré a Danny.
-Así mejor –dijo mi novio.
Le pegué flojito en el brazo y sonreí.
-Bueno, ya tienes tus jodidos pantalones. Ahora, largaos –dije.
-¿Me estás echando? –Preguntó Amanda.
-Si. Ale, adiós.
Bajaron las escaleras y me asomé para ver que salían de la casa. Después, entré en la habitación y cerré con el pestillo.
-¿Dougie?
No estaba en la cama. Me asomé a la puerta del baño que teníamos en la habitación.
-¿Doug?
Nada.
“AJAAA!! Esto demuestra que estás completamente loca. Te has imaginado 6 años de relación. Dougie era un producto de tu imaginación. Ahora es cuando despiertas del sueño y eres una adolescente que cumple hoy 15 años.”
Cierra el puto pico, quizás funcionaba eso de pensar lo que iba a decir.
“No me mandes callar”
Eureka.
Abrí el armario de la habitación, pero tampoco estaba allí. Lo que si estaba era el regalo de bienvenida que le había comprado. Guardado en el fondo y tapado por el montón de mis vaqueros.
Salí de la habitación y fui al cuarto de invitados, al baño común, a la habitación de la música, donde teníamos bajos, guitarras y una batería para cuando los chicos venían…
-¿Te has desintegrado? –Pregunté en voz alta.
Algo se movió entre los bombos de la batería. Me acerqué un poco para ver algo de color canela.
-Oinss, Marvinioloo. Eres tu, bonito –cogí al gato de Tom. –Tu dueño ya ha vuelto, lo que significa que vendrá a por ti en breve.
Le dí un beso y lo dejé en el suelo.
Me dirigí a la habitación otra vez, pero estaba cerrada. Llamé con los nudillos.
-¿Dougie? Abre, cielo –dije.
-Un minuto –respondió.
“¿Dónde coño se había metido?”
-Ni un minuto ni nada, abre –grité.
-No puedo, espera un minuto –suplicó.
Joder con el niño. No tenía otro momento mejor para encerrarse en la habitación. Noooo. Tiene que ser cuando tengo ganas de…
“Te jodes. Haber pasado de hablar y haber ido al tema”
Cállate.
“No me da la gana”
¿A qué te meto una ostia mental?
“¿A qué no?”
Llevaba diez minutos sentada frente a la puerta de la habitación, discutiendo con la voz de mi cabeza.
-Doug… Me voy a casa de Tom –dije.
Si no reacciona así…
“Vayaa… La monja sabe como chantajear a su novio”
-Noo. Ya está casi solo me … Ahhhh –gritó de repente.
-¿Qué pasa?
-Me he quemado –soltó.
Oí como corría al baño y abría el grifo. Me levanté y crucé los brazos frente al pecho.
De repente, Dougie abrió la puerta.
-Ya era…hora…
La habitación estaba completamente llenísima de velas. Tal y como había llenado una habitación de mi casa hacía 6 años, en Halloween.
Solo que esta vez no había pétalos de rosa. Solo velas y un chico perfecto arrodillado en el suelo, con una cajita entre las manos.
-Ay…mi…madre…
Dougie sonrió. Le miré, incrédula, y sonrió más ampliamente.
-Ese era el efecto que quería crear. Por eso tanto secretismo. Lo de Danny estaba todo preparado. Le pedí que me dejara unos pantalones y que nos interrumpiera cuando estuviéramos solos para que a mi me diera tiempo a preparar todo esto. Sabía, también, que no te fiarías de si se habían marchado de casa y que les seguirías hasta las escaleras, lo que me daría tiempo para esconderme debajo de la cama y cuando tu fueras a buscarme, cerrar y hacer todo esto.
Estaba temblando como cuando, con doce años, Tom se escondió detrás de la puerta de mi habitación y cuando cerré me asustó.
-Y… ¿C-c-ómo ha-as cogido la c-c-caja… tan ráp-p-p-pido? –Pregunté.
-Eso también estaba pensado. Sabía que querrías ir a coger tu los pantalones y que verías la caja, pero como respetas tanto mi intimidad, sabía que no la abrirías. La caja de abajo era una especie de señuelo. No contiene nada. La que tiene lo que me ha costado tanto esfuerzo es esta –dijo, señalando la que tenía entre las manos.
Dios dios dios dios… A ver. Analicemos la situación. Está de rodillas, en una habitación llena de velas, y con una caja de anillo entre las manos. Esto me suena a…
“No lo digas. Soy demasiado joven como para que me de un ataque”
…pedida de mano
“Ya lo ha soltado, la solfamida esta”
-Doug…¿A-a-a… q-q-q-ue viene t-t-t-todo esto?
-No te asustes. No es nada malo. Al contrario. Es bueno.
Ay mi madre. Que este me va a pedir que me case con él… Por dios y por la virgen, tiene 22 años. No, no… estoy sacando las cosas de contexto… No me está pidiendo matrimonio…
“De momento”
Cállate.
-Cielo. Estás pálida –dijo, preocupado.
-¿Si? V-a-a-aya… P-p-p-pues no se p-p-por qué s-s-s-será…
Se rió. Acaricié su pelo, con manos temblorosas.
-Bueno… Yo… Esto… Quería pedirte algo… -Se había puesto nervioso de repente.
“Ay mi madre”
Oh, dios mio…

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