domingo, 31 de octubre de 2010

26. ¿Tienes Hambre?

-Bueno, ya que Alma nos ha contado algo importante, nosotros tenemos algo importante que contar, también –dijo Dougie.
Eran más o menos las 1 de la mañana, pero allí seguíamos, sentados a la mesa de Danny y Amanda, con el humo de los cigarrillos sobre nuestras cabezas y los ceniceros frente a los ojos.
Obviamente, solo fumaban Harry, Danny y Dougie.
Por mucho que intentáramos que no fumaran, era imposible. Siempre recaían.
Selene le escondió a Harry todos los paquetes de cigarrillos que tenía, pero él acabó por encontrarlos.
Amanda había instaurado una ZLDH o zona libre de humo, como queráis llamarla, en toda la casa. Desde entonces, Danny pasaba más tiempo fuera de casa que dentro.
Y yo trataba de mantener ocupado a Dougie en otras cosas. Gracias a Dios, empezaba a dar resultado. Había probado con ir al cine, a cenar fuera de casa, de compras, al Spa, a la casa de Amanda… Pero lo único que conseguía sacarle del tabaco era meterle en la cama.
O en el sillón, o en el colchón de agua… El caso era tenerle ocupado el mayor tiempo posible.
-Pues tú dirás, chaval –dijo Selene.
Dougie me miró y se aclaró la garganta.
-Ashley y yo nos vamos a casar –dijo.
Como es lógico, yo ya se lo había contado a Tom cuando habíamos salido al jardín.
Danny nos miró, incrédulo, pero los demás dieron gritos de alegría y nos abrazaron.
Después de pasar un largo rato callado, Dan sonrió.
-Ya lo pillo. Venga, sacad la cámara de donde quiera que esté.
-Danny…
-¿Dónde está? Seguro que detrás de un cuadro. Siempre las esconden detrás de un cuadro.
-Danny, no era coña –dije.
Danny nos miró y borró la sonrisa poco a poco.
Miró a Dougie y éste bajó la vista.
-¿Qué hay de lo de “Tío, no me pienso casar hasta que los cerdos aprendan a tocar Lies con el bajo, la guitarra y la batería a la misma vez”?
-Venga ya, Dan. Sabíamos que tarde o temprano uno de los dos se iba a casar. No podíamos pasarnos toda la vida de putas –dijo Doug.
Danny, finalmente, lo aceptó. Se pasó toda la noche haciendo bromitas del tipo “Vas a perder la libertad más rápido de lo que perdiste la virginidad” o “a partir de ahora lo único que beberás es café”
A las 4:30 nos fuimos a casa. Habíamos bebido los dos, así que, habíamos decidido volver a pie.
Mientras caminábamos por la calle, Dougie iba muy callado.
Le cogí la mano y sonreí.
-¿Qué te pasa? –Dije.
Nos detuvimos y nos pusimos uno frente al otro.
-Me da la impresión de que he decepcionado a Danny. No sé… Nuestro lema era “Antes de los 30 nada de parienta”
Sonreí.
-¿Te arrepientes? –Pregunté agarrándole las manos.
-¿Qué…? ¡No! Por supuesto que no. Solo es que… Danny está decepcionado y…no se…
Le aparté un mechón de pelo de la frente.
-Si quieres pensártelo…
-No hay nada que pensar –me besó.
Yo agarré su cuello y le devolví el beso.
-Anda, sube –dijo, señalando su espalda.
-No, estás cansado.
-Ya, pero tu no puedes dar ni un paso con los zapatos de 50 metros que te has puesto –dijo, señalando mis tacones.
-Si que puedo –dije, sacándole la lengua.
Andamos unos metros más, pero Dougie me cogió en peso.
-Elige: O espalda o brazos –dijo.
-Suelo –contesté.
Dougie sonrió y se puso de espaldas a mí.
-Sube –insistió.
Negué con la cabeza.
-Venga ya, prometida mía –dijo, riéndose.
Suspiré, puse los ojos en blanco y me subí a su espalda. Emprendió el paso de nuevo, haciendo eses intencionadamente.
-A ver si engordas un poquito, cariño –dijo.
-No puedo. Lo pone en mi contrato –dije.
Dougie se paró.
-¿No puedes engordar? Pero si no pesas nada –dijo, pegando un par de saltos.
-¡Doug! –Reí.
Oí sus carcajadas y le besé en el cuello.
-Ahora en serio. No dejes que te digan que tienes que pesar 2 kilos más o 2 kilos menos. Come lo que quieras, cuando quieras y como quieras –dijo mi novio.
-¿Eso va con segundas, Douglas? –Pregunté.
-Puede… –cuando Dougie ponía esa voz, era cuando realmente me tenía contra la espada y la pared.
No podía resistirme a nada cuando me hablaba así.
-Pues date prisa en llegar a casa –dije en su oreja.
Se estremeció.
-Meto quinta –dijo, echando a correr.
Me reí.
Dougie bajó a primera para que pudiéramos hablar, lo que provocó que llegáramos a casa a las 6 menos cuarto.
Saqué las llaves de mi bolsillo y abrí la puerta.
Agarré a Dougie por el cinturón y subimos a la habitación.
Cerró la puerta y me besó. Caminamos, aún besándonos, hasta que llegamos a la cama. Dougie me empujó un poco para que cayera sobre el colchón y se puso sobre mí.
Deslicé mis manos por su espalda, quitándole la camiseta. Recorrí su pecho con los labios, como tantas otras veces había hecho. Llegué a su ombligo y volví a subir a su boca. Dougie puso sus manos a ambos lados de mi cintura. Giró y me colocó sobre él.
Le miré a los ojos. Esos preciosos ojos azules de los que me enamoré a primera vista y el sonrió. Pareció leerme la mente, porque dijo:
-¿Te acuerdas de cómo nos conocimos?
-¿Cómo no iba a acordarme?
Nos miramos, grabando cada detalle de nuestro primer encuentro en la cara del otro. Dougie buscó el cierre de la cremallera de mi vestido con las manos, mientras yo volvía a besarle. Bajó la cremallera muy despacio y recorrió con las yemas de los dedos mi espalda. Como siempre, mi piel reaccionó al contacto con la suya.
Volvimos a girar para que su cuerpo quedara sobre el mío. Arqueé la espalda mientras el me quitaba el vestido y una vez lo hubo hecho, llevé mis manos al botón de sus pantalones.
-Solo falta Danny aquí para que sea lo que hacemos todos los días –dijo. Me reí.
Eso era lo mejor de Dougie. Estabas en un momento en el que tu mente no ve nada más que su cuerpo semidesnudo encima del tuyo y conseguía que te rieras.
Dougie me hizo suya mientras el sol salía por el horizonte.

Nos despertamos bastante tarde. Me dolía la cabeza muchísimo. Esperé a que la voz de mi cabeza dijera algo del estilo “bebe bebe, que es sano” pero no oí nada.
En realidad, no la había oído desde lo de la frase en español de Alma.
Alma… Joder… Tom…
Dougie abrió los ojos pesadamente y se llevó las manos la cabeza.
-Buenos días –dijo.
-Tardes, en realidad. Son las 3 –dije, consultando la pantalla de mi Iphone.
Doug se frotó los ojos y se incorporó hasta apoyar la espalda en la cabecera.
Le miré. Recorrí con el dedo las líneas de su tatuaje. Ese tatuaje que tanto me gustaba.
Me rodeó con los brazos y llevé mis labios a los suyos. Su boca jugó con la mía un rato y después, su lengua recorrió cada rincón de mi boca.
-¿Tienes hambre? –Pregunté.
-Si va con segundas, si. Si no, no –dijo, mordiéndome en el cuello.
Cuando me separé un poco de él, vi que le había hecho un chupetón en la parte delantera del cuello. Justo en la nuez.
Y eso no es algo fácil de esconder en verano. Me imaginé por un momento la risa de Danny cuando lo viera y sonreí.
-No iba con segundas. Anda, vamos a comer algo –dije.
Me levanté y cogí algo de ropa del armario.
-No te la pongas. Estas mucho mejor así –dijo Dougie.
-Tú también –dije, sonriendo.
Me metí en la ducha y poco después, él entró también.
-Estás muy activo hoy –dije, cuando me apoyó contra la pared.
Dirigió sus labios a mi cuello y noté como aspiraba.
-Tenía que devolverte esto –dijo tras separarse, señalando el chupetón que le había hecho.
Me reí. Pasé mi lengua por sus labios, cosa que le ponía bastante y no se por qué, y él me apretó contra su cuerpo, mojado.
Nos duchamos juntos y salimos, envueltos en toallas.
Se puso unos calzoncillos y se pasó la mano por el pelo, lanzando gotitas de agua por todas partes.
Me vestí y, con una toalla, sacudí mi pelo. Después, lo dejé suelto.
Llevé las dos toallas al cesto de la ropa sucia y abrí mi armario, buscando el regalo de Dougie. Lo encontré, metido en su bolsita y lo saqué.
Era una esclava de plata, con nuestras iniciales por delante y la fecha en la que nos habíamos conocido por detrás.
Lo que hice a continuación, no lo pensé mucho. Aún de espaldas a Doug, me metí la pulsera en el sujetador, me di la vuelta y le miré.
-¿Qué te pasa? –Preguntó.
Negué con la cabeza, para decirle que no pasaba nada y me acerqué a él.
-Bueno… Esto es nuevo –dijo señalando mi sujetador.
-Si… Me lo compré para ti. ¿Te gusta? –Dije.
-Me encanta. Aún que, y parezco un disco rayado, me gustas más sin ropa –sonrió, buscando el cierre de la prenda con los dedos y me lo quitó.
La pulsera calló al suelo. Dougie me miró y después dirigió la vista a su regalo.
Volví a ponerme el sujetador mientras él se agachaba a cogerla.
Me senté en la cama y tiré de él para que se pusiera a mi lado.
-¿Y esto? –Pregunto, con una sonrisa.
Le dio la vuelta a la plaquita que llevaba la pulsera y leyó la fecha.
-Tu regalo de bienvenida. Aún que, el tuyo estuvo mucho mejor –dije, acariciando el anillo.
-Pues para mí están igualados. Me encanta cielo, muchas gracias –me besó y extendió el brazo.
Cogí la pulsera y la puse entorno a su muñeca.
Me abrazó y sonreí.
Bajamos a la cocina para comer algo. Y con algo me refiero a golosinas, patatas fritas, y coca-cola.
En realidad, el que comía era Dougie. Yo me limitaba a coger cositas pequeñas y hacer como que comía mucho.
Y Dougie lo notó. Al principio lo dejó pasar, pero luego empezó con el juego de que viene el avión abre la bocaaaa.
Al final, acabé comiéndome dos chocolatinas y 7 gominolas.
-Dougie, ya. No tengo más hambre.
Él se había comido casi una bolsa de patatas de las grandes y un bote de 80 Pringles.
-Una más –dijo, cogiendo una gominola con los dientes.
Se acercó y me besó. Metió la gominola en mi boca (Ostia que mal suena xDDD) con la lengua y se separó de mí.
Mastiqué el pequeño osito y me miró.
-Me gustaba cuando hacíamos nuestras tardes de Pizza Peli y Gominolas.
-Hemos tenido una, pero sin Pizza ni peli –dijo Dougie. –Se puede solucionar.
Cogió el teléfono y llamó a la pizzería. Pidió una mediana de jamón y queso y yo me puse unos vaqueros y una camiseta de tirantes para ir a por la peli.
-¿Cuál cojo? –Pregunté.
-La que quieras. Hoy eliges tú –dijo, rozando su nariz con la mía.
Le besé y salí de casa.
Caminé, escuchando Quiet de Demi Lovato a toda leche con el Ipod.
No entré al video club, sino que entré al centro comercial que estaba a la vuelta de la esquina y me dirigí a Fnac. Me paseé por las decenas de estanterías que había, buscando algo que mereciera la pena. Me habían hablado muy bien de unas cuantas películas, pero no conseguía decidirme por ninguna.
-Hola. ¿Puedo ayud…?
Me giré mientras la chica hablaba. Llevaba el uniforme de la tienda, a pesar de que no tendría más de 17 años.  Me miró, sorprendida y se pellizcó un brazo.
-¿Eres Ashley Stevenson? Dios no me lo puedo creer. Soy tu mayor fan desde que saliste en esa peli con Zac Efron (es el primero que se me ha ocurrido) –dijo, agarrándome del brazo. –Eres mi actriz favorita. Dios eres… Perfecta.
Enrojecí.
Que vergüenza… Dios mío…
-Gracias… supongo. Me alegra de que te gustara la película –sonreí.
-Bueno ¿en que puedo ayudarte? –Preguntó.
Me mordí el labio para contener la risa y suspiré.
-Estoy buscando una película para ver con unos amigos.
-¿Con McFly? –Preguntó, dando un pequeño gritito.
-No, con McFly no…
Con Dougie Poynter, que se parece pero no es lo mismo. La verdad es que con los chicos nunca se sabe. Lo mismo están en casa, y se han apuntado a nuestro plan parejita.
-Bueno. Esta está bien –dijo, cogiendo de una estantería “The Last Song”
-Pues me llevo esa –dije, deseando salir de allí.
Cogí la película y fui al mostrador. La pagué y salí de allí.
Volví a ponerme el Ipod. Ahora sonaba la versión que los chicos habían hecho de Don’t Stop Me Now.
If you wanna have a good time (c’mon), just give me a call. ‘Cause I’m having a good time…
Llegué a casa y abrí la puerta.
Le conté a Dougie lo que me había pasado y se rió.
-No tiene gracia. Me he asustado –dije, pegándole en el hombro.
-Ainsss –me abrazó. –Vete acostumbrando.
Nos sentamos y puse la película.
A los cinco minutos llegó la pizza. Dougie la pagó y cerró la puerta.
-Come –dijo, poniendo la caja sobre la mesa y abriéndola.
Cogí un tozo y suspiré.
Hasta que no me comí dos trozos, Dougie no se quedó tranquilo.
Después de eso, se durmió profundamente. Yo me quedé despierta, acariciándole el pelo y sonriendo. La película me hizo llorar. Y yo no era muy de llorar. No me gustaba que la gente supiera cuales eran mis puntos débiles, y si lloras por algo, se sabe cuales son.
Cuando la película terminó, desperté a Dougie.

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